Por: Xabier Coscojuela/TalCual
Esta es la gota que derramó el vaso”, dijo el director del hospital Clínico Universitario para referirse al doble crimen ocurrido este domingo en el referido centro de salud. Realmente, no es solo es vaso, sino también copas, tanques, tobos, piscinas.
La inseguridad ha rebosado todos los recipientes imaginables y también la paciencia de los ciudadanos. Igualmente ha demostrado, hasta la saciedad, la falta de políticas efectivas para enfrentar el problema de parte del gobierno.
Varios titulares de prensa de estos últimos dos días, no de la que imprime la “revolución”, sino de la que todavía actúa con libertad, a pesar de los rojos rojitos, da cuenta del estado en que se encuentra el país en esta materia: “tiroteo en el Clínico dejó dos muertos y dos heridos”; “liberaron en Caucagua a presidente de Petrolera Indovenezolana”, quien había sido secuestrado; “once gandolas robadas en un mes por vías de Guárico”; “más de sesenta policías han sido asesinados en la Gran Caracas en lo que va de año”; 383 cadáveres habían ingresado a la morgue de Caracas”, hasta el 28 de junio, todos no por ser asesinados, pero si una gran mayoría de ellos, lamentablemente.
Desde 1999 quienes han malgobernado al país han puesto en práctica más de 20 planes de seguridad ciudadana. Ese solo dato ya es una evidencia de su fracaso: representa más de un plan por año. Es también comprobable que quienes manejan dichos planes no han hecho ni una evaluación, ni una puesta en práctica correctas de los mismos, pues el delito en vez de reducirse aumenta. Con tanto plan deberíamos vivir en un país más seguro que Suiza. Algo deben estar haciendo muy mal.
El Plan Patria Segura es el último de todos ellos. Es comprobable por cualquier ciudadano que su fracaso es monumental. Los cuadrantes, invento con que supuestamente los ciudadanos podrían recurrir más rápido a los cuerpos policiales para recibir ayuda, han demostrado ser muy poco efectivos. La incorporación de la Fuerza Armada no sirvió de nada, como advirtieron algunos conocedores de la materia. Basta ver las calles de cualquier ciudad vacías desde tempranas horas de la noche para comprobar que el hampa manda, que el miedo se impone.
No se puede llegar a otra conclusión: el general Miguel Rodríguez Torres será muy bueno para reprimir estudiantes y a cualquiera que protesta contra el gobierno, pero con la inseguridad no puede. Es evidente que el equipo de los malandros, asesinos, delincuentes y afines le está metiendo una goleada al gobierno de Maduro, como también se la metió al gobierno de Hugo Chávez. En materia de seguridad ciudadana, como en casi todo lo demás, la revolución es un rotundo fracaso.
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