Por: Teodoro Petkoff/TalCual
En el gobierno y su partido es visible una seria crisis. Es cierto que no hay todavía, al menos trompadas estatutarias, pero está claro que allí se confrontan al menos dos visiones sobre el camino a seguir y que ambas lo hacen pública y abiertamente. Maduro y Giordani son los dos polos alrededor de los cuales se están nucleando ministros y exministros además de otros dirigentes del partido. A pesar de que, por ahora, es un debate de ideas, no es fácil vislumbrar cuál puede ser su destino final.
La coyuntura, por lo tanto, luce propicia para la oposición. Pero esta también está trabada por sus propias contradicciones. En ella también se divisan varias posturas tácticas divergentes entre sí.
Una, que propicia la convocatoria de una asamblea constituyente y otra, una curiosa variante, un congreso popular ciudadano; en tercer lugar otra que prefiere insistir en mantener el rumbo actual, de acumulación de fuerzas y preparación para las elecciones parlamentarias de 2015. La controversia tampoco ha rebasado los límites del respeto mutuo pero sí ha afectado la unidad de la MUD.
Parece innecesario señalar que si esta situación se mantiene es inevitable que alcance niveles de franca crisis y de ruptura absoluta de la unidad opositora, con lo cual sus posibilidades de operar como una alternativa real al chavo-madurismo gobernante se esfumarían. Parece de cajón, pues, que es la hora de asumir con realismo el cuadro creado y poner en juego todos los factores políticos y de sentido común para restablecer la unidad. La elección parlamentaria del año próximo, si se aborda unitariamente, puede darnos una Asamblea Nacional con mayoría opositora. Pero, además de esta razón, de por sí importantísima, hay motivos que derivan de lo que hoy está pasando en el país. La oposición tendría que presentar una política, clara y precisa, en relación con lo que ocurre en el ámbito económico y social. Sobre todo porque el debate en el seno del chavo-madurismo es precisamente sobre ese tema y es muy negativo que mientras el gobierno discute qué hacer para manejar la crisis, la oposición permanezca muda sobre la materia, aparte de algunas generalidades ocasionales.
Este es un asunto de la máxima importancia porque, sobre todo la gente más humilde, la está pasando muy mal. Esta gente, cuya lealtad al chavismo necesariamente se va a ir deteriorando, necesita de un ancla que le dé esperanza. Si la oposición no es capaz de brindársela porque se la percibe como un arroz con mango, carcomida por rivalidades subalternas, los peligros de anomia y de salidas extraconstitucionales se hacen muy presentes. Como se ve, pues, la responsabilidad de los partidos y líderes de la oposición es muy grande. Queremos confiar en que esa responsabilidad va a privar en última instancia y que este mal momento será superado. Que así sea.
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