Por: Simón Boccanegra
Entre 1935 y 1937 Stalin hizo ejecutar, acusados de "agentes de Hitler, a centenares de integrantes de la plana mayor de las fuerzas armadas soviéticas, entre ellos al mariscal Tujachevski, considerado el militar más brillante de su generación.
Muchos de los ajusticiados eran los primeros de sus promociones y habían hecho cursos en Alemania, gracias a los extraños acuerdos que Stalin estableciera con Hitler, incluso antes del famoso pacto Molotov-Ribbentrop, es decir Stalin-Hitler, en 1939.
Con base en ese argumento fue que Stalin, temiendo, como Fidel ante Arnaldo Ochoa, una eventual "competencia", sobre todo de Tujachevski, ordenó descabezar a los ejércitos soviéticos.
El crimen, uno más en el prontuario siniestro del déspota, le costó carísimo a la URSS, que no pudo resistir adecuadamente la embestida de las tropas alemanas en 1941 porque sus mejores oficiales habían sido ejecutados.
Existe el detalle histórico de que Tujachevski, precisamente porque conocía a la Wermacht, había advertido a su gobierno, que los desestimó, acerca de los planes de Hitler de invadir a la URSS.
¿A qué viene este ejercicio histórico? Es que no puedo dejar de hacer una inevitable asociación de ideas al enterarme de la purga que acaba de realizar Chacumbele en la FAN, pasando a retiro a 173 oficiales, entre superiores y subalternos, estando "prevenidos", para ser objeto de la misma medida, unos 500 más.
El paralelismo, por supuesto, no se extiende hasta la pena de muerte y la cárcel, pero sí hasta el dato de que la mayoría de los purgados son los mejores de sus respectivas promociones. Estos oficiales ya estaban fuera de la FAN en la práctica, activos todavía pero en sus casas, sin cargo y sin mando.
La medida, coincidente con la bombástica "juramentación" de las milicias de cartón piedra, cuyo carácter de contrapeso al Ejército es demasiado transparente, no deja de ser capciosa.
¿Qué sabe Chacumbele que los demás venezolanos no sabemos?
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