Mi comentario de la semana
La maldición del 11 de abril de 2002. Son incontables las líneas que se han escrito a lo largo de estos años acerca de los sucesos de abril de 2002; sin embargo, son también incontables las interrogantes todavía sin respuesta. Estoy convencido que desde ningún bando nadie quiere una reconstrucción auténtica de este ominoso episodio de nuestra historia reciente.
El café de El Rosal Un par de meses antes de desencadenarse aquellos acontecimientos, alerté sobre lo que ocurriría porque hubo dos eventos que me llevaron a pensar que estaba en marcha un golpe de Estado. Primero fue una conversación que sostuve con un coronel adscrito a Cavim. Por cierto, el solo hecho que ese encuentro haya sido convocado a última hora le da un halo fortuito. Esa vez nos reunimos en un café de El Rosal donde el alto oficial me habló de la conjura e inclusive me reveló que el generalato y almirantazgo comprometidos estaban bajo las órdenes de un poderoso grupo económico. El golpe tenía fecha: 10 de marzo de 2002. Con informaciones concretas publiqué quiénes eran los generales afectos y desafectos al Gobierno (estos últimos aparecieron luego desconociendo la legitimidad de Hugo Chávez como primer mandatario). Desconozco los motivos, pero el golpe no ocurrió en la fecha prevista. Estalló un mes después con el paro petrolero en plena ebullición, cuando la Comandancia General del Ejército recibió la orden de detener a Chávez. Hubo opositores castrenses que fueron muy prudentes a la hora de identificarse con la conjura y eso les ha permitido estar más tarde a la sombra, quizás a la espera de mejores tiempos. El día en que ocurriría el más grave incidente del que fue protagonista la oposición militar, era jueves 11, llegué a la redacción de Quinto Día a media mañana. Desde hacía varias semanas todos los medios estaban presos del delirio. Me inquietó una llamada a través de mi celular mediante la cual un amigo del Gobierno me alertó sobre un enfrentamiento de consecuencias impredecibles y que, por la medida pequeña, se estimaba una contingencia con un número muy alto de víctimas.
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