Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Es tal la gigantografía de las miserias y corrupción del régimen chavista, hecha por su más siniestro testigo, hijo también del Gran Padre que siempre lo aupó y lo distiguió, que uno esperaba una inmediata reacción proporcional. Incluso los hiperbólicos llegaron a pensar que ésta sería en hechos y no palabras y sálvemos señor.
Pero no la ha habido sino en mínima escala y no sólo de parte del acusado mayor de todos los pecados mortales, Diosdado Cabello, sino de los numerosos heridos de mayor o menor gravedad que no solo fueron de su bando o banda (para usar el lenguaje sexista) sino del equipo en que parece militar el representativo acusador, verdadero emblema de los valores intelectuales y morales de la revolución. Hasta la primera dama (ahora “combatiente”) recibió su buena dosis de adjetivos: manipuladora e intrigante, aupadora de malandros (vampiros) en VTV y opuesta a ocupar su lugar natural, latinoamericano, de primera dama, el hogar y no andar gerenciado políticamente a su marido. Algunos contaron cerca de cuarenta personas contusas en el sensacional operativo, en uno de los juicios más apocalípticos que se hayan hecho sobre el país de Chávez y ahora de su vástago.
El hombre de la hojilla inventó una hipótesis estrafalaria, que ni a James Bond se le hubiese ocurido, que el Mossad (los servicios secretos israelí es, siempre el sionismo) hizo un maravilloso collage con palabras y fragmentos de sus innumerables programas y produjo el increíble montaje. La “explicación” ha servido de parapeto para que los aludidos se escabullan y ya ni siquiera, como hicieron algunos de entrada, trataran de reducir a opiniones personales el asunto. Maduro, que con tanta insistencia e inconsistencia habla, ha optado por los insultos más vacíos en una mínima declaración al respecto, a pesar de que no sale en la perorata televisada muy airoso que se diga y hasta se le señala de estar peligrosamente alucinando con Chávez, como Escalante con las camisas voladoras, entre otras cosas como mucho más terrenales y peligrosas.
Cabello, el enemigo, ha hablado con una parsimonia parca y casi budista. Y ya se retrató esa misma noche, como si nada, con el propio Maduro. Otros peces menores han mascullado eslogans y contradicciones. Y el verdugo de la medianoche decidió retirarse a quién sabe dónde y dejar su capital programa, lo cual pareciera ser lo único sonoro en medio del silencio ambiente.
Para nosotros es cuestión de tiempo, poco, para que el petardo haga lo suyo en el seno del PSUV y sus aliados, quienes ayer ya se reunieron y seguro se ocuparon no pocos minutos de las hojillosas revelaciones. Ningún colectivo puede ingerir tanta toxina sin explotar. Habrá que sentarse y esperar. De lo que estamos absolutamente seguros es de que el costo político, la repercusión del acontecimiento en el pueblo chavista va a ser enorme e instantánea, devastadora. Entre otras cosas porque todo ese excremento (la palabra mierda surgió varias veces en el discurso de marras) es perfectamente creíble pues su hedentina todo el mundo la sentía desde hace bastante tiempo, así muchos no se atrevieran a nombrarla. En el fondo la gran sorpresa del show no se debe tanto a sus contenidos sino al portavoz y lo que ello significa en el juego político.
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