En una de sus más recientes mentirillas, Maduro le declaró a un periodista de la TV brasileña que siendo adolescente prefirió quedarse en Venezuela por su espíritu revolucionario, en lugar de firmar un contrato para jugar en las Grandes Ligas
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Con el presidente proclamado por nuestro inefable CNE pasa como lo del cuento del lobo: llega un momento en que nadie le cree al mentiroso guardián de ovejas. Válganos Dios.
En una de las más recientes mentirillas del susodicho, éste le declaró a un periodista de la TV brasileña que siendo adolescente de 17 o 18 años prefirió quedarse en Venezuela por su espíritu revolucionario, en lugar de firmar un contrato para jugar en las Grandes Ligas.
Resulta que el ahora "prospecto", a quien por cierto nunca se ha visto uniformado de pelotero, ni en fotos ni en nada, era pitcher en sus días juveniles de barrio y lanzaba la bola a 90 millas. Una especie de Félix Hernández, pues.
Hasta le dijo al inocente comunicador que practicó con un equipo profesional y que un buscador de talentos de las mayores le ofreció firmarlo para el norte.
Tremendo dilema para el muchacho, tanto así que solo pudo resolverlo con la ayuda de su padre, el auténtico.
Está bien, nada extraña que un joven venezolano juegue a la pelota, antes y ahora eso ha ocurrido millones de veces. Sí, incluyendo el comandante supremo.
Pero en esta historieta la coba se cae de Maduro con el argumento del potencial as de la lomita, esgrimido para rechazar las puertas que se le abrían hacia un mejor nivel de vida: "lo pensé y preferí quedarme para hacer la revolución".
¡Bola baja y afuera! Podrá engañar a los hermanos de Brasil, que de beisbol saben lo que aquí de cricket, pero a los sufridos venezolanos, qué va.
Qué revolución ni qué ocho cuartos. Nicolás, en sus años mozos, creció en un país sin racionamientos eléctricos, con un dólar a 4,30 de verdad, calles seguras y papel tualé para regalar. Y hasta él era roquero.
¿Quién carajo pensaba en revoluciones en los 70, pleno apogeo de la era saudita? Por ahí escribió un tuitero, a raíz de esta última pinochada, que al susodicho, si es que alguna vez lo tanteó algún scout, fue de los Piratas, pero no de Pittsburgh precisamente.
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