No son cuatro, sino cinco verdades que hay en la última parodia que montó el gobierno de Nicolás Maduro.
Una, es que todos sus indicadores económicos apuntan a que ya el gobierno de Maduro está acusando recibo de la acumulación de errores y malas políticas aplicadas en los 14 años de gobierno de “su padre” y “comandante supremo de la revolución” Hugo Chávez. Que los ingresos petroleros van cuesta abajo y que ¡divisas no hay!
Otra verdad es que esa crisis económica le reventó en la cara al ungido Maduro cuando el propio Banco Central la semana pasada sacó (tardíamente) a la luz pública que la inflación, la pérdida del poder adquisitivo del venezolano y el nivel de escasez se les había escapado de las manos. Tras lo cual Maduro, en un intento de correr hacia delante, anunció en cadena nacional que en el país se había “desatado una guerra económica” que buscaba “desabastecer el país de los productos necesarios, lanzar una inflación incontrolada e impedir el logro de crédito internacional para Venezuela”. A la vez que en búsqueda de un chivo expiatorio increpó a Empresas Polar, una de las industrias privadas mejor posicionadas en el sentir de los venezolanos con trayectoria comprobada de seriedad, productividad y rentabilidad, diciéndole que tenían “muchos indicios” de que la empresa “ha venido reduciendo la producción y escondiendo productos para desabastecer el mercado de productos como la harina de maíz precocida”, para seguidamente citarla a una reunión en la Presidencia con ”todo su tren gerencial para que le explique al gobierno por qué ha reducido la producción”.
Una tercera verdad es que con la seriedad y transparencia que caracteriza a la gerencia de Empresas Polar su presidente ejecutivo, Lorenzo Mendoza, dio el lunes, un día antes de la cita en Miraflores y horas antes de reunirse con el vicepresidente Jorge Arreaza y algunos ministros, una rueda de prensa en la que expuso con claridad meridiana la situación real de la producción de la harina de maíz en el país. Explicó exhaustivamente que la empresa sólo cubre 48% del mercado de ese producto y que la capacidad de producción para éste opera al 100%. Indicó que era necesario que las otras ocho marcas nacionales que producen harina de maíz incrementaran su producción para así cubrir la demanda nacional. Además aclaró que la empresa produce sólo cuatro productos de los que están regulados desde hace 10 años, entre los que nombró arroz, aceite, harina precocida de maíz y pasta, y no tiene nada que ver con otras decenas de productos que están desaparecidos de los anaqueles.
La cuarta verdad es que a pesar de que Maduro, Elías Jaua y otros persisten en un discurso confrontacional, el gobierno (por ahora) ha tenido que recoger velas, aceptar sentarse con representantes de las empresas, y comenzar a tomar medidas para intentar paliar los efectos de la inflación y el desabastecimiento, entre ellas: 1) Exonerar del Impuesto Sobre la Renta a la importación de bienes de capital; 2) aprobar un subsidio al azúcar de Bs.769 millones; 3) ajustar el precio del girasol a los productores a Bs.5,40; 4) aumentar 20% los precios del pollo, carne y leche. 5) implementar un plan especial para el otorgamiento de créditos por Bs.2 millardos a las personas que se dedican a la siembra de hortalizas. 6) Importar 50 millones de rollos de papel higiénico.
La quinta, y verdad verdadera, es que ni confrontaciones ni diálogos tendrán los efectos que se requieren para salir del hoyo económico en el que está metido el país, si no se corrigen las distorsiones y mala praxis que ha impuesto el castrocomunismo.
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