Foto cort. Carlos Contreras |
Maracay.- Tiene 17 años, pero su adolescencia no ha sido igual a la de los demás jóvenes de su edad. Cuenta que cuando va a las fiestas se pasa toda la velada sentado con los pies debajo de una mesa y no porque no se sepa bailar, sino porque se avergüenza por no tener zapatos. Yeison Rodríguez mide 2.20 metros y calza 66.
Este joven maracayero sufre de acromegalia, una enfermedad crónica causada por la secreción excesiva de la hormona del crecimiento, y elefantiasis, un síndrome en que algunas partes del cuerpo, sobre todo las extremidades, crecen enormemente, razón por la cual posee las medidas que tiene.
A los nueve años comenzó a padecer fuertes dolores de cabeza. Su madre, alarmada, lo llevó al médico y los galenos dieron con su padecimiento. Comenzó a ser tratado a los 12 años, pero ya en ese entonces Yeison medía más que un niño promedio y calzaba 55. Fue cuando su padre le compró sus últimos zapatos en una tienda, porque ya después no conseguiría más.
Así, Yeison, luego de que su pie no entrara más en esos zapatos, vivió con unas cholas que su papá mandó a hacer especialmente para él y las usó hasta la semana pasada, cuando una "hada madrina", llegada desde Alemania, hizo uno de sus sueños realidad: tener zapatos que ponerse.
El hacedor de zapatos grandes
Georg Wessels es la cabeza de la empresa alemana Schuhmanufaktur Wessels que se encarga de fabricar zapatos grandes. Es un negocio familiar que se fundó en 1745. Por generaciones los Wessels han hecho calzado y bajo el mando de Georg se han dedicado ha elaborar zapatos extragrandes. Al año regala sus creaciones a 10 personas en el mundo que tengan pies grandes pero poco recursos para comprar los zapatos que necesitan. Este año, Yeison fue uno de los afortunados.
Georg cuenta que supo de Yeison porque "una prima del joven, que estudiaba en Alemania, se enteró de que yo hacía zapatos extragrandes y me contactó. Eso fue hace ya un año".
Wessels demoró menos de un año haciendo los zapatos. Como no se sabía con exactitud cuánto calzaba Yeison los elaboró gracias a las fotos que le mandaron. Le hizo tres pares: unos negros con marrón para salir, unas sandalias de cuero y unos zuecos blancos.
Mongolia, China, Rusia, Zimbabue, Turquía, Suiza y Estados Unidos son solo algunos de los países en los que Wessels ha estado con un mismo propósito, donar sus creaciones a quienes las requieren, sobre todo a pacientes con acromegalia, quienes son los que se ven necesitados de zapatos y de ropa con medida especial.
Los pies más grandes
La incertidumbre era grande. Georg, quien había hecho los zapatos solo por referencia, se angustiaba pensando en que podían no quedarle a Yeison.
Pero en la casa del joven, ubicada en un barrio de Maracay, la incertidumbre se disipó. Cuando Yeison se probó los tres pares de zapatos percibió que las sandalias le quedaban perfectas, que para los zuecos necesitaría unas plantillas y que los zapatos "elegantes", los destinados para salir, le quedaban un poco apretados. Pero esto es normal y no tiene que ver con el tamaño del pie sino con la falta de uso de zapatos, algo muy común entre quienes sufren de acromegalia pues los pies les crecen tanto de largo como de ancho y les resulta difícil encontrar zapatos.
Pero la verdadera sorpresa vino después, al demostrarse que Yeison calza 66, varias tallas más que el hombre que está en el libro de Récord Guinness y que ostenta el título del "hombre con los pies más largos del mundo".
Debido a esto, Georg Wessels recopiló los datos del chico para enviarlos a la organización de Récords Guinness para que comprueben la información, visiten a Yeison y lo declaren el hombre con los pies más largos del mundo.
Para Yeison, el hecho de que los zapatos le hayan servido significa mucho. "Estoy muy emocionado, me siento mucho mejor ahora que tengo zapatos", dijo con una gran sonrisa.
Para los padres de Yeison también fue una alegría y un alivio el que ahora su hijo tenga zapatos. Cuentan que debido al uso prolongado de las cholas, sus pies han sufrido de hongos e infecciones y también muchas veces, por la falta de los mismos, ha preferido quedarse en la casa que salir.
Los zapatos no son los únicos problemas de Yeison. Debido a su enfermedad, su casa se le hace chica por lo que ha sufrido golpes y contusiones en la cabeza con los dinteles de las puertas; sólo tiene un pantalón que le sirve y las camisas, por más grandes que sean, le quedan bien de ancho pero no de largo.
A pesar de todo, Yeison es optimista. Comenta, con una sonrisa, que ahora podrá salir sin pena a trabajar, pasear y que, sobretodo, ahora sí bailará en las fiestas pues ya no tiene nada de qué avergonzarse.
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