Sería ideal que muchos "gatillos alegres" del teclado, en vez de tratar de darle palo a la piñata desde la comodidad de sus hogares, por una vez asumieran el reto y se ofrecieran como testigos o al menos como apoyo en los centros más complicados
ÁLVARO PARTIDAS PAREDES/TalCualDigital
A poco más de un mes de celebradas las elecciones presidenciales, no quisiera perder la oportunidad para felicitar a esos héroes anónimos que entre el tedio y el riesgo se juegan el pellejo en las horas más importantes de todo el proceso electoral; ellos son nuestros testigos de mesa, los de la opción democrática.
Sé que la coyuntura pareciera mostrar temas más interesantes, podría haber escrito del empresario que doblegó al ilegítimo bateándole cada una de sus mentiras o del aumento de sueldo que nunca existió o de la personalidad del pseudo-Napoleón pasado de peso que se cree dueño de la Asamblea.
Pero nobleza obliga y nuestros testigos se merecen un espacio en medio de todo esto que estamos viviendo.
En cada proceso electoral, el día de las elecciones la pirámide se invierte y le toca a las figuras menos conocidas de la estructura del comando de campaña la responsabilidad más grande de todas, cuidar y vigilar nuestros votos.
El candidato que recorrió todo el país convenciendo y buscando electores ahora depende del desempeño de sus testigos.
La labor empieza días antes y de manera más concreta desde el jueves previo cuando nuestros testigos tienen que sortear la operación morrocoy del CNE para acreditarlos, la instalación de mesas y la elección en sí, donde desde su soledad en muchos de los casos tienen que enfrentar todo la furia de un gobierno que sabe que por las buenas no seguiría en el Poder.
La presencia de ellos en la casi totalidad de las mesas ayudó a demostrar lo que el CNE no quiere auditar, que el fraude se produce no en la maquinita sino en la mesa. En los sitios donde a punta de pistola o violencia de cualquier tipo nos sacan o intimidan a los testigos, ahí cometen los abusos.
No todo funcionó bien, pero hay grandes oportunidades de mejora. Me gustaría, por ejemplo, en futuros procesos ver más acompañamiento a los testigos en zonas difíciles, quisiera que esos grandes líderes nacionales y regionales que el día de las elecciones pululan por el comando sin ningún oficio claro, asumieran zonas del país y apoyaran de manera puntual y directa a nuestra gente.
No es lo mismo que yo me ponga a lidiar con el Plan República a que un diputado o alcalde haga acto de presencia. También sería ideal que muchos "gatillos alegres" del teclado, en vez de tratar de darle palo a la piñata desde la comodidad de sus hogares, por una vez asumieran el reto y se ofrecieran como testigos o al menos como apoyo en los centros más complicados.
Nuestros testigos son uno de los elementos más valiosos de la estructura de campaña y así debemos considerarlos, estar pendientes de ellos, felicitarlos, apoyarlos y lograr que esta red crezca con nuestra presencia, para de esa manera tener cada vez más y más ojos que vigilen cada uno de nuestros votos en las próximos elecciones que el gobierno, quiéralo o no, tendrá que realizar.
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