domingo, 19 de enero de 2014

Se acentúan las restricciones en ventas de alimentos regulados

El abastecimiento en el interior del país es mucho más crítico que en la capital
ANGIE CONTRERAS C. , CON INFORMACIÓN DE MARÍA RAMÍREZ CABELLO |  EL UNIVERSAL
Se ha vuelto común escuchar en los altavoces de los supermercados la cantidad que está permitido comprar de un determinado producto. Las limitaciones en las ventas de alimentos regulados se han convertido en una constante y la ausencia de los productos básicos ha derivado en una lucha permanente para poder adquirirlos.


No basta con hacer horas de cola afuera de los supermercados. Muchos se enfrentan cuerpo a cuerpo para poder conseguirlos. La contienda es más intensa cuando se trata de rubros sensibles como la leche en polvo, el pollo o la harina de maíz.

Las cuotas de productos por personas que han impuesto los comercios, como fórmula para evitar que los productos que lleguen a los establecimientos queden en pocas manos, han sido asumidas por los venezolanos. Algunos llegan directo a preguntar cuánto se puede comprar del producto que esté de turno en ese momento. Otros simplemente reciben las cantidades que les entregan.

El consumidor venezolano se ha acostumbrado a vivir racionado, una práctica que no se limita sólo al área de alimentos sino también en los artículos de cuidado personal, medicamentos, repuestos, artículos del hogar, entre otros.

La escasez permanente ha generado incertidumbre en los consumidores, quienes compran los productos cada vez que tienen oportunidad, independientemente de que los necesiten o no.

Incluso algunos hacen la cola en más de una oportunidad para poder comprar más de la cuota permitida. Por lo general se permiten cuatro kilogramos por persona en rubros como harina precocida de maíz, arroz, pasta, papel higiénico y hasta en servilletas. Hasta tres latas de leche per cápita y tan sólo dos pollos por persona, en el mejor de los casos.

Incluso las restricciones se han extendido a la venta de carne de res en los mercados municipales donde está establecida la compra máxima de cinco kilos y en los cortes definidos por los consejos comunales. En los supermercados tampoco se pueden pedir los cortes a gusto, sino que la venta del rubro es a través de las neveras de autoservicio. Lo que hay ahí es lo que pueden comprar.

Tanto el Ejecutivo nacional como el sector comercial han señalado que el "acaparamiento doméstico" es una de las causas de la escasez.

Por región 

El Gobierno, a través de la Superintendencia de Silos, Almacenes y Depósitos Agrícolas (SADA) ha intervenido en la distribución "natural" de las empresas del sector de alimentos, priorizando el abastecimiento en la zona centro del país y el Área Metropolitana de Caracas, afectando el resto del país.

En Caracas los productos básicos llegan con cierta regularidad a los supermercados. Las colas que a diario se ven en las puertas de estos comercios dan fe de ello.

Sin embargo en el interior del país la situación es mucho más crítica. Cuanto más lejos peor es la situación del abastecimiento.

En el caso de los estados fronterizos, las gobernaciones, con el visto bueno del Ejecutivo nacional, han implementado mecanismos que restringen la venta de estos productos.

Para comprar alimentos en los supermercados en Táchira las personas deben llevar un recibo de algún servicio básico (luz, agua, teléfono) para probar que viven en esa región. De lo contrario no les permiten comprar.

En el caso del Zulia, se implementó un sistema que controla la venta de alimentos regulados a una vez por semana, y quedan registrados con el número de cédula. Además deben aceptar otras restricciones que les han impuesto los comercios.

En Ciudad Guayana las colas para adquirir productos alimenticios y de higiene personal son cada vez más frecuentes en los supermercados, en donde las fallas de suministro se han acentuado, principalmente en rubros como la harina de maíz precocida, azúcar, aceite, harina de trigo y leche, así como en artículos como papel sanitario y lavaplatos.

Las colas, una vez se inician, superan en la mayoría de los casos las 300 personas que esperan bajo sol y agua en las afueras de los establecimientos el inicio de la venta, aún sin saber con exactitud qué producto se comercializará. "Con 200 bolívares compras tres pollos acá, y con ese mismo monto se compra uno solo en otro lugar. Yo hago la cola por necesidad, no por gusto", dijo Antonia Golindano, quien aguardaba por comprar pollo en un comercio. "Es terrible pasar por esto, pero la necesidad tiene cara de perro", dijo Claudia Silva este viernes, mientras aguardaba casi de última en una cola de más de 500 personas para comprar harina de maíz.

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