ANTONIO MARIA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
El régimen de Nicolás Maduro puso en marcha el miércoles una devaluación de facto del 45 por ciento de la moneda nacional, al anunciar que la mayoría de los actores económicos de Venezuela, incluyendo al ciudadano común, dejarán de tener acceso al tipo de cambio oficial de 6.30 y pagarán al menos 11.3 bolívares por cada dólar que compren.
El vicepresidente económico Rafael Ramírez anunció la medida como parte de los esfuerzos del gobierno revolucionario por contener una aguda crisis económica, marcada por una de las más altas tasas de inflación del planeta y una severa escasez de productos.
Pero varios economistas dijeron que el nuevo sistema hará poco para resolver la crisis, al ocuparse solo de los síntomas y no de la enfermedad: el financiamiento con dinero inorgánico del gigantesco déficit fiscal del sector público consolidado.
“El desequilibrio económico de Venezuela no está resuelto”, comentó desde Caracas Orlando Ochoa, profesor de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Las medidas de Ramírez no cierran el déficit de PDVSA y del sector público. El Banco Central continuará financiándolo monetariamente, con la emisión de dinero inorgánico, y el mercado cambiario paralelo y la inflación continuarán en alza”, comentó.
El financiamiento con dinero inorgánico de un déficit fiscal estimado en 15 puntos del PIB está llevando gradualmente al país petrolero hacia la hiperinflación, comentó Ochoa.
“Esto es un proceso de deterioro económico que en el caso de un país sin petróleo, como en Perú o Brasil (en la década de 1980), genera hiperinflación. En un país petrolero, la caída es más lenta, porque todavía deja un margen de maniobra, pero el camino es el mismo y conduce al mismo destino”, dijo el economista.
En una medida que era ampliamente esperada pese a que Maduro negó que sucedería, el régimen anunció que el tipo de cambio oficial de 6.3 bolívares por dólar solo quedará en vigencia para la importación de productos prioritarios.
Los sectores que no sean referidos a renglones esenciales, como gastos médicos, deberán acudir ahora a un mecanismo alternativo que entrega divisas a una tasa que fluctúa a través de subastas realizadas por el Sistema Complementario de Divisas (Sicad) y que actualmente ronda en el orden de los 11.3 bolívares por dólar.
Ramírez admitió que las medidas afectarán a los venezolanos que desean viajar o envían remesas a sus familiares al exterior, sectores que agrupados en el renglón “otros conceptos”, recibieron $8,600 millones el año pasado.
“[Esto] es algo que no se justifica por la vía del dólar preferencial”, dijo.
“Vamos a hacer un cambio ya en el elemento que nos está perturbando […] Todo el mundo tiene derecho en este país a viajar […], lo que nosotros decimos es ‘no estamos en posibilidad de darle una tasa preferencial para que viajen’ ”, comentó.
El funcionario, quien también es ministro de Energía y Minas y presidente de Petróleos de Venezuela, evitó pronunciar la palabra “devaluación” en su discurso.
No obstante, los economistas dijeron que eso es en esencia de lo que se trata.
“Definitivamente lo que el gobierno está anunciando es una devaluación”, dijo desde Caracas el economista Pedro Palma. “Al anunciar que van a haber dos tipos de cambio oficiales, manteniéndose el 6.30 para algunas pocas importaciones y pasar el resto al Sicad, es una devaluación”.
La Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas coincidió.
“Esta es una devaluación simple, el tipo de cambio real está distante de ser el 6.30 [bolívares por dólar]”, dijo el director ejecutivo de la Cámara, Víctor Maldonado.
Según Maldonado, el gobierno se ha “entrampado” con el discurso ideológico que le impide realizar cambios de fondo, necesarios para que la economía venezolana fluya, y ha impuesto controles al sector comercio y obstáculos que ha llevado a la desconfianza del empresariado y a una mayor inflación y escasez de productos básicos.
Palma dijo encontrar similitudes entre las medidas anunciadas el miércoles y el esquema establecido en Venezuela a mediados de los años ochenta a través del polémico régimen cambiario conocido como Recadi.
Allí también hubo un tipo de cambio preferencial para importaciones prioritarias y otro más elevado para el resto de los productos.
Aunque aún faltan detalles por ser anunciados sobre el nuevo régimen cambiario, lo que ocurrió en ese entonces es que todos los precios de los productos importados al tipo de cambio más alto automáticamente subieron de precio.
Una nueva devaluación se veía venir en Venezuela dado a que el bolívar continuaba sobrevaluado pese a que su valor ya había sido recortado en al menos tres ocasiones a lo largo del año que Maduro ha ejercido el poder.
Esa sobrevaloración se debe fundamentalmente a la tasa de inflación venezolana, que al ubicarse en 56 por ciento el año pasado competía por ser la más alta del planeta.
Aún cuando la medida del miércoles ayuda en alguna manera a sincerar el cúmulo de desequilibrios que registra la economía nacional, el régimen de Maduro hasta ahora ha hecho muy poco para corregir los problemas de fondo, dijeron los economistas.
“Puede ser que haya algo de ignorancia, pero yo lo que creo que hay es la renuncia del gobierno de Maduro para enfrentar la magnitud del desequilibrio económico que tiene acumulado”, comentó Ochoa.
Las medidas anunciadas hasta ahora no contemplan que PDVSA, entidad que genera más del 95 por ciento de las divisas que ingresan al país, pueda vender sus dólares por encima del nivel de los 6.3, tasa con los que no obtiene todos los bolívares que necesita para cubrir sus costos dentro del país.
Ochoa dijo que la empresa petrolera necesita un tipo de cambio cercano a los 18 bolívares por dólar para poder pagar todas sus obligaciones, y el actual déficit está siendo financiado con la emisión de dinero inorgánico.
Los problemas del país son profundizados por el enorme apetito de recursos que muestra la “revolución bolivariana”, que pese al problema de liquidez que sufre el país aún se rehúsa a recortar el gasto.
“Ese es un ajuste fiscal que el chavismo no parece estar dispuesto a asumir”, comentó Ochoa.
“Y el resultado final es una especie de centrífuga: déficit de PDVSA y del sector público, financiamiento monetario con dinero inorgánico, presiones sobre la inflación, presiones sobre la tasa de cambio paralela, que presiona nuevamente al alza el déficit del sector público. Es una centrífuga letal que genera la caída del salario real y la escasez masiva de bienes y productos”, advirtió.
El Nuevo Herald
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