Por: VenEconomía
Hugo Chávez y Nicolás Maduro impusieron en Venezuela una llamada “revolución bolivariana”, cuyos motes son destrucción y escasez.
Todo lo que han tocado, toda empresa, propiedad, actividad o sector bien sea financiero, monetario, industrial o productivo, para ponerlo bajo su control o tutela termina siendo destruido, corroído por la desidia, la inoperancia y la corrupción.
El desenlace es inflación galopante y la escasez generalizada.
Destruyeron entre otras muchas cosas, el valor de la moneda con un férreo control de cambio sostenido desde 2003.
Así han restringido hasta el límite de lo tolerable el acceso a las divisas tanto a sectores productivos cuya sobrevivencia y operatividad dependen de insumos, repuestos o productos importados; a sectores distribuidores de alimentos, medicinas y otros bienes, a servicios que penden de divisas e incluso, a los ciudadanos que requieren satisfacer necesidades de salud, educación, asuntos familiares, profesionales, de negocios, o recreacionales.
Hoy las secuelas de tanto desatino están a la vista y las sufren todos los venezolanos.
La lucha es titánica para la subsistencia alimentaria. El suministro de alimentos hoy es una proeza tanto para los comerciantes de esos rubros como para el consumidor que los demanda. Exiguos o inexistentes inventarios, anaqueles y largas colas de ciudadanos buscando con desespero ese producto que requiere para su consumo diario, es el orden del día en Venezuela. Se acabó hasta el pan de piquito. Incluso la férrea Empresas Polar ya comienza a sentir el azote de la falta de divisas: más de $400 millones le adeuda Cadivi, lo que la imposibilita de cumplir con compromisos contraídos con proveedores.
Igual acontece con el acceso a medicamentos, tratamientos químicos o radiales, incluyendo aquellos de los que depende la sobrevivencia de niños, hombres, mujeres o ancianos. La Federación Farmacéutica Venezolana estima que el desabastecimiento de medicamentos ronda el 40 % y proyecta que al término del primer trimestre de 2014 podría ubicarse entre 50 % y 55 %.
El papel es también un insumo afectado por la falta de divisas. Y ya no sólo son los 70 periódicos que están en jaque esperando cerrar operaciones en menos de tres semanas si el gobierno no suministra las divisas, también brilla por su ausencia el papel para elaborar los pasaportes o para imprimir partidas de nacimiento, defunción o registros de propiedades.
Materia prima para empaques y envases, no hay. El acceso a vehículos y repuestos es una odisea, al igual que lo es lograr un puesto en un avión bien sea si tiene un destino nacional o internacional. Y es que no es poca cosa la deuda de $3,3 millardos que mantiene con aerolíneas extranjeras.
NDO
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