¿Se quiere o no se quiere el desarme? Esos mensajes incoherentes desde el gobierno no contribuyen para nada a reducir la violencia en el país. ¿Y después qué vendrán?, ¿las milicias estudiantiles?, ¿y los consejos comunales transformados en milicias?
MARINO ALVARADO B. /Coordinador de Provea/TalCualDigital
Una de las políticas positivas que se vienen desarrollando en el país es la orientada a lograr el desarme de la población. Menos armas, más vida es uno de los lemas de la campaña por el desarme.
Se establece que la misión es reducir la presencia de armas en manos de civiles. Sin duda los altos índices de violencia existentes tienen una relación directa con la cantidad de armas legales e ilegales en circulación.
Parte de la política es los llamados constantes a la paz, la solución pacífica de los conflictos y desestimular el uso y el interés por las armas.
Sin embargo, en paralelo hay un discurso y una política totalmente contraria. Un discurso beligerante e intolerante. Un lenguaje cargado de expresiones de guerra y se promueve la organización de civiles para que se adiestren en el uso de las armas.
Es en este marco donde cuadra perfectamente el reciente anuncio del presidente Nicolás Maduro de crear las milicias obreras.
¿Se quiere o no se quiere el desarme. Esos mensajes incoherentes desde el gobierno no contribuyen para nada a reducir la violencia en el país. ¿Y después qué vendrán?, ¿las milicias estudiantiles?, ¿y los consejos comunales transformados en milicias?
Lo incoherente de la política y los mensajes que se trasmiten se produce también con el llamado movimiento por la paz. Mientras se realizan actos públicos con amplia difusión por los medios oficiales, se usa un lenguaje agresivo, nada compatible con un mensaje de paz.
A su vez se realiza una progresiva militarización de la sociedad y las instituciones del Estado. En Caracas es tanta la presencia militar que pareciera que estuviésemos en un "estado de sitio." Completa el cuadro la medida inconstitucional de sacar a los componentes de la Fuerza Armada a realizar labores de seguridad ciudadana.
Como bien lo afirmó recientemente la Sala Constitucional de El Salvador, en una sentencia ejemplar, el uso de militares en labores de seguridad ciudadana es un retroceso para la democracia y es de alto riesgo porque su misión, filosofía y entrenamiento son para destruir enemigos.
Pero más allá de la incoherencia en la política de desarme y los llamados a la paz, nos preocupa en el caso de las milicias obreras que estas puedan usarse como fuerzas de esquiroles para enfrentar las justas protestas de los y las trabajadoras en el país, principalmente en las industrias básicas.
En vida el expresidente Chávez lo había expresado sin rodeos. Las milicias deben evitar el saboteo de la producción, afirmó en más de una oportunidad. Y tememos que esta filosofía es la que está detrás de las llamadas milicias.
Entrenar y armar obreros para enfrentar obreros. Pueblo contra pueblo. Solo que los que ataquen a los obreros en lucha exigiendo sus derechos muy posiblemente les llamen revolucionarios y patriotas. Los otros, los que exigen sus derechos serán los apátridas.
Vamos por mal camino. Lo construido con las manos en materia de desarme, se está destruyendo con los pies. Y perdemos todas y todos en el país.
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