viernes, 12 de diciembre de 2014

¿Cambio de rumbo?/Editorial TalCualDigital

Foto de archivo
Fernando del Paso, un grande de la literatura hispanoamericana y ganador del premio Rómulo Gallegos, le declaró a El País, de España, que “la inercia de México revela la falta de voluntad para cambiar”. En el mismo diario aparecieron, casi simultáneamente, dos entrevistas relacionadas con el devenir político y económico de nuestra región.


En la primera, firmada por Joan Faus y que recoge los pareceres del presidente del BID, Luis Alberto Moreno, se afirma que “hay un enorme déficit de innovación en América Latina”; la segunda, rubricada por Alicia González, se refiere a la tesis de Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, según la cual “Latinoamérica necesita adoptar una agenda audaz y creíble de reformas estructurales”.

Lo curioso en el párrafo anterior no es la pluralidad de opiniones sino su convergencia en el reclamo de un viraje en la conducción de asuntos vitales para el futuro de nuestros países. Un reclamo curioso, insistimos, porque pareciera contradecir la voluntad de una abrumadora cantidad de electores que ha decidido prolongar los mandatos a gobernantes en ejercicio o a partidos en el poder, a partir del bienestar propiciado por sus gestiones -el bienestar material, por supuesto, porque se vota más con el estómago que con la azotea. Tal el caso de Colombia, de Brasil, de Bolivia. Y lo será seguramente de Ecuador.

No hay duda de que, bajo el actual rumbo, soplaron refrescantes vientos de prosperidad en Uruguay y que este minúsculo país logró sobresalir en el mapamundi de las sorpresas, al extremo de que el pasado año alguna revista de incuestionable autoridad lo consideró uno de los mejores lugares del planeta para vivir. Tampoco se puede desdeñar el grado de evolución alcanzado por Brasil. O, para asombro de muchos, el crecimiento sostenido experimentado por la desordenada Nicaragua.

Podríamos llenar páginas con hechos y cifras sobre lo que acontece en Perú o México, sin escatimar loas a los esfuerzos de Santos para pacificar a Colombia y ocuparse, al mismo tiempo, de su desarrollo.

Incluso en Argentina, con todo lo regresivo que representan Cristina Fernández, el kirchnerismo y su entorno corrupto, pareciera que, en un futuro próximo, su rescate institucional y económico no admite ser tan pesimistas como se anuncia hoy.

Entonces, si las economías regionales están marchando ¿por qué se clama por un cambio de rumbo? Creemos que las respuestas, más que con la economía, tienen que ver con la tecnología, el medio ambiente y la educación, temas que deben ser revisados con enfoques innovadores, no con autoritarismos revolucionarios.

Y aquí llegamos a nuestro revolucionario y bolivariano país, el cual no ha sido mencionado en estas líneas. Y no se le mencionó porque en la ecuación del cambio es una constante atada a la intransigencia dogmática. Si no rompemos amarras, seremos apenas una paradoja: un pobre país rico víctima de una revolución reaccionaria.
Cort. El Nacional

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