jueves, 11 de diciembre de 2014

Contra los amigotes/Editorial El Nacional jueves 11dic14

Foto de archivo
El senado de Estados Unidos, en los últimos días de la actual legislatura, ha entonado su canto de cisne aprobando un proyecto de ley que procura, de acuerdo con información que trascendió a la prensa, “tomar medidas contra oficialistas acusados de violar los derechos humanos en Venezuela”. 



Se trata de una resolución prevista y que había venido aplazándose en razón de algunas inquietudes demócratas, especialmente de la senadora Mary Landrieu que en de agosto -cuando iba cobrando fuerza la intención de sancionar a quienes, valiéndose de trapisondas jurídicas, han venido violentando las garantías individuales y colectivas de los venezolanos- manifestó su preocupación respecto a represalias que pudiese tomar el gobierno bolivariano despidiendo, por ejemplo, a empleados de Citgo, que tiene una refinadora en Luisiana y que es propiedad de Pdvsa.

Fundados temores, pues es de conocimiento generalizado la propensión chavista al castigo de justos por pecadores. Pero, como el fiel de la balanza electoral se inclinó hacia los republicanos, el proyecto de ley se sometió a votación y obtuvo un sólido respaldo.

Maduro, como siempre vendiendo la piel antes de cazar la fiera, puso el grito en el cielo para advertir a Obama “que no se vuelva loco”, creyendo quizá que una amenaza pudiese disuadirlo de dar su visto bueno y refrendar lo aprobado por el poder Legislativo. Como si al presidente estadounidense pudiese preocuparle el desgañite de un individuo que cree que la solidaridad es lo que más bien debe entenderse como complicidad.

No entiende el señor Maduro que ya hay una lista de personeros de su entorno comprometidos, no sólo con el irrespeto a las libertades y la manipulación de la justicia, sino incursos en delitos de orden penal como el narcotráfico y el lavado de dinero, de tal manera que ni querer queriendo, Obama podría hacerse el “musiú”.

Tampoco parece entender el señor Maduro que en Estados Unido sí funciona eso que los marxistas bolivarianos desprecian como desviación burguesa: la separación de poderes, principio fundamental de una democracia que se da el lujo de hacer dimitir al presidente Richard Nixon.

Hay de todo y para todos los gustos en la nómina de posibles sancionados: gestores políticos, empresarios, militares, parlamentarios; en fin, gente de distinta ralea que se ha creído invulnerable, sólo porque en su país de origen reina la impunidad.

Allí está un general señalado por la DEA de comerciar con estupefacientes y que en nuestro corral acudió a los complacientes tribunales nacionales para que castigaran a un diputado opositor por haber sacado a la luz pública las acusaciones que sobre él pesan.

Son solo los primeros 52 de una lista que podría extenderse a 200 funcionarios. La destemplanza del señor Maduro no toma en cuenta que, como ha dicho Elsa Cardozo, “ya no se trata de sanciones generales, a la vieja usanza, sino acciones inteligentes dirigidas a personas en particular”. ¡No es contra Venezuela, Nicolás, es contra tus amigotes!
Cort. El Nacional

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