miércoles, 18 de septiembre de 2013

El insano culto a la personalidad/Editorial Tal Cual miércoles 18sep13

Por: Fernando Rodriguez/TalCualDigital

Los revolucionarios marxistas solían condenar teóricamente el culto a la personalidad por reaccionario, la historia la hacían los pueblos, los proletarios a la cabeza, y no ningún líder por dotado que fuese.

Sin embargo la practicaron impúdicamente como lo muestran el culto a Stalin, a Mao y a Fidel.


En realidad el culto al líder mesiánico sí es cónsono con el fascismo y el nazismo que incluían en su diseño teórico, basalmente antidemocrático, un ser ungido que encarnara el espíritu de la nación.

Eso fue Hitler en grado sumo. Pero, más allá de las elucubraciones ideológicas, ese irracional y degradante culto, cuasireligioso, es consustancial a todo el que detenta el poder sin reglas ni mesura, por ejemplo los dictadorzuelos tercermundistas que han mezclado esa pulsión aludida con el subdesarrollo cultural de sus países y la supervivencia de tradiciones arcaicas.

Gadafi, con su libro verde que explicaba todo lo que había que explicar y sus payasescos atuendos, podría ser un modelo arquetípico.

En Venezuela vivimos ese decadente fenómeno con el culto a Chávez cada vez más invasivo y estrafalario.

Y aupado desde el Presidente de la República hasta las masas que vocean consignas sobre la presencia viva del Comandante eterno y su interiorización mística, Chávez somos todos, yo soy Chávez.

Lo de Maduro es un verdadero delirio, el difunto trasmutado en un pájaro que se le aparece, las noches en que duerme junto a su sarcófago, las infinitas veces que lo nombra reverencialmente, el autodenominarse su hijo y el intento, fallido, de imitar sus palabras y su estilo, los adjetivos y símiles que utiliza para beatificarlo, etc.

Todo ello producto de auspiciar el culto que toda “revolución” necesita pero también movido por un interés más inmediato y pragmático, más mostrenco, la necesidad de consolidar un liderazgo muy precario y tambaleante por la insólita vía de convertirse en clon del que se fue.

Pero lo más grave es que el gobierno no escatima oportunidad para llevar adelante la consagración del Líder.

Su nombre se le da, y se le dará, a cualquier cantidad de sitios. Las estatuas se multiplicarán. No hay líder ni lidercillo oficialista que no haga genuflexiones a nombrarlo.

Ahora se lo han ofrecido a cinco millones de estudiantes imberbes en la portada de una constitución.

La iconografía está por doquier. Una extraña mezcolanza con la religión le da visos místicos muy estrambóticos. Hemos caído, en síntesis, en una deleznable enfermedad espiritual, el intento de obligar al menos a medio país a atribuirle mágicas y excelsas virtudes a un ser humano, tan integral y mortal como cualquiera.

En general, a la historia del siglo que pasó nos remitimos, las estatuas de los supuestos próceres han terminado siendo demolidas por los pueblos y los cánticos y loas se han trocado en terribles acusaciones y vituperios.

Ya sabemos que la historia se mueve y vira y revira.

Por ello no hay que olvidar que la mitad de los venezolanos, la más esclarecida, considera al chavismo como la peor peste que se haya abatido sobre el país, que ha destruido flagrantemente la economía y prostituido la democracia, multiplicado la delincuencia, la corrupción, la corrosión de la moral cívica y otros males tangibles e intangibles.

De manera que nadie puede garantizar la perennidad de ni de los nuevos próceres ni de sus sacerdotes. Y no se trata, digamos por último, de cambiar un culto por otro. No, por lo que abogamos es porque jamás vuelva a ver alguno en la sociedad de pares, de individuos integrales que saben de la dignidad y de los límites de lo humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario