miércoles, 3 de abril de 2013

¿Dijo usted árbitro?

La tranquila Tibisay pareciera en verdad no advertir el abusivo ventajismo que comportan las cadenas presidenciales; ni halla problema con el reglamento electoral que el presidente de Pdvsa asegure públicamente que el personal y recursos de la estatal petrolera están al servicio de su candidato

ELIZABETH ARAUJO/TalCualDigital
Si existe un actor fundamental en la brevísima campaña presidencial que arrancó ayer ­incluso por encima de los dos candidatos en disputa­, ese no es otro que la presidenta del CNE.

Su más reciente imagen en las exequias de Hugo Chávez, portando el brazalete tricolor del 4F (fecha que recuerda el asalto de un grupo de militares contra el Palacio Presidencial), abunda en detalle, a la hora de preguntarse de qué lado está Tibisay Lucena.

Por eso los cuestionamientos y las burlas contra la funcionaria quien, cada vez que convoca una rueda de prensa, exige, no se sabe a quién, respeto y comportamiento civilizado, cuando es ella la primera en ignorar los abusos gubernamentales que marcan el grosero ventajismo electoral de Nicolás Maduro y los ministros que ilegalmente­ conforman su comando de campaña.

Pero el verdadero drama de Tibisay es que posee una piel extremadamente sensible y que, respaldada por el poder que ostenta, puede al terminar de leer este artículo por ejemplo ordenar una averiguación penal contra la autora y el diario que lo publica, ya que, como todo alto personaje que se cree protagonista de esta revolución, su mejor arma no es el argumento sino la fría decisión de mandar a poner preso y punto.

Su otra tragedia es que en apenas doce días tendrá que recibir a un sinfín de observadores electorales y corresponsales de prensa extranjeros, y hacer gala de la eficacia e imparcialidad de los comicios. Entonces tendrá que fingir que, bajo su presidencia, el CNE actúa bajo el imperio de la ley y que la normativa electoral se aplica por igual a ambos bandos.

No importa que el ministro de Defensa insulte a la FAN poniendo la institución militar al servicio del candidato del PSUV, o que la red de medios de comunicación del Estado sea una máquina de propaganda no solo en favor del presidente interino, sino que funcione como plataforma para insultar al candidato Capriles, tal y como todas los días lo hacen las radios comunitarias, al estilo Radio Arsenal.

La tranquila Tibisay pareciera en verdad no advertir el abusivo ventajismo que comportan las cadenas presidenciales; ni halla problema con el reglamento electoral que el presidente de Pdvsa asegure públicamente que el personal y recursos de la estatal petrolera están al servicio de su candidato; como tampoco ve irregularidad en el uso de bienes y recursos de los ministerios para la logística electoral del PSUV el próximo 14 de abril.

Tibisay cumple su trabajo, ya no como rectora imparcial, que debería ganarse el respeto de quienes vienen de afuera a presenciar unas elecciones en apariencia equitativas, sino como la funcionaria del gobierno cuyo poder le permite sentirse insultada, ordenar la averiguación administrativa contra cualquier medio de comunicación, preferiblemente no estatal, e inclusive decidir en última instancia el ganador de la contienda.

Contra personajes como estos es que precisamente Capriles Radonski se ha lanzado a recorrer las calles, en esta corta carrera con obstáculos y contra los pájaros de mal agüero que ignoran el momento crucial que vive el país.

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