miércoles, 3 de abril de 2013

El heredero tiene ideas (sic)/Editorial Tal Cual miércoles 03abr13

Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Nicolás tiene una gran idea, nadie lo puede negar, y todos la conocemos. Él es el hijo de Chávez y como todo hijo elegido de la realeza tiene derecho al legado del trono.
Más o menos, si le provoca, cambie rey por caudillo y monarquía por socialismo y le dará un resultado semejante.


Un ejemplo impar de este curioso fenómeno es la fraternal y atómica Corea del Norte; esta familia real, genéticamente auténtica, se dejó de bagatelas y va ya por la tercera generación. Esa idea inefable de Maduro la ha repetido a estas alturas miles de veces y le ha dado las más inauditas formas que imaginarse pueda y, ¡diantres!, asegura que la seguirá repitiendo hasta su último aliento, nueva amenaza a la poca cordura nacional que nos va quedando. Chávez, fuerza cósmica planetaria, Cristo de los pobres, no sólo es su padre que ya es bastante extravagancia, sino que no lo deja dormir, habla a través de él, lo hace llorar sin contención, lo sabe más vivo que nunca, le exige, lo encarna, Adán Chávez es "su tío" y sume y siga con cuanta metáfora cursi y animista pueda concebir. Lo que pasa y pesa, en el fondo de eso se trata, es que debería costar votar por él, porque no se sabe si uno vota por Nicolás Maduro Moros, un tipo larguirucho, de bigotes y de cédula tal y cual, porque se ha transformado en Otro, y a su vez ese Otro ha dejado de existir entre nosotros, mortales que somos. Voto literalmente fantasmagórico, pero a lo mejor funciona.

Sin embargo sostenemos, de verdad, que Maduro Moros tiene también otras dos ideas.

Como quiera que el punto más débil de su postulación, herencia de su Padre igualmente, es la inseguridad que hace tan angustiosa y triste la vida diaria de los venezolanos, y cuyas cifras nos colocan en la cima del planeta, ya no es cosa de negar lo evidente o mantener un astuto silencio, sino que hay que reconvertir el enojoso asunto en su mayor bandera electoral, disfrazarse del gran pacificador de la comarca. Primero buscar, como siempre, culpables; en este caso son los medios que no esconden los muertos como deberían o las series gringas que enseñan cosas muy feas que se ven en casi todo el orbe pero a nosotros nos afectan de manera muy peculiar, criminógena. Segundo, planificar una especie de invasión masiva de los barrios, él y su familia a la cabeza, en pos de los malandros, guerra nunca vista en el mundo pero así son de innovadoras las revoluciones. No exageramos.

La otra es más bien una obsesión paranoica que le atribuye a las fuerzas del mal, es decir, la oposición y sus patronos internacionales, los más extravagantes planes criminales: desde haberle inoculado el cáncer a su Padre hasta un proyecto de asesinato de Capriles, comandado por Otto Reich, a objeto de inculpar al gobierno, crear el caos y propiciar la invasión gringa con todos los hierros, que son muchos.

Y además convierte cualquier movimiento de Henrique en una movida desestabilizadora, por ejemplo haber intentado hacer un acto público profano en la sagrada tierra de Barinas, en vez de hacerlo en Nueva York. Además de vivir llamando a la violencia, seguramente con sus brazos armados, no por invisibles menos reales.

Pero con votos y amor serán anulados. Como se verá, todo un plan de gobierno para una Venezuela convertida en potencia y salvadora de la especie humana, como reza el Plan de la Patria, legado testamentario de Chávez refrendado por el pueblo, que también es Chávez. ¿Qué pasaría con las comunas, por cierto?

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