lunes, 20 de octubre de 2014

Tiempos difíciles

El gobierno de Maduro, que ya encara serios problemas financieros que generaban dudas sobre su sostenibilidad, podría estar a punto de ser golpeado por la “madre de todos los problemas económicos” ante pronósticos de que el mundo se encuentra al inicio de un prolongado período de bajos precios del petróleo

ANTONIO MARÍA DELGADO/ EL NUEVO HERALD / TalCualDigital
El régimen de Nicolás Maduro, que ya encaraba serios problemas financieros que generaban dudas sobre su sostenibilidad, podría estar a punto de ser golpeado por la “madre de todos los problemas económicos” ante pronósticos de que el mundo se encuentra al inicio de un prolongado período de bajos precios del petróleo.

Analistas consultados dijeron que la precaria economía venezolana, que ya enfrenta niveles de escasez sin precedentes en su historia moderna, podría enfrentar un escenario mucho peor el año que viene, con la cesta de crudos del país alcanzando un promedio anual inferior a los $70 por barril, lo que representaría una caída de 30 por ciento en la crucial renta petrolera.

“Los precios bajos del petróleo están aquí para quedarse y esas son muy malas noticias para Maduro”, advirtió desde Washington Antonio De La Cruz, director ejecutivo de la firma de asesores Inter American Trends. “El gobierno ya se encontraba sin recursos y si tenía problemas con un precio del barril de petróleo a $100, imagínate lo que sucedería con un precio del barril de entre $65 y $70”, agregó.

Y casi la totalidad de la economía venezolana depende de esa renta petrolera. Años de políticas hostiles para el empresariado han destruido el aparato productivo hasta el extremo que el grueso de los productos consumidos en el país es importado.

Las políticas petropopulistas aplicadas por chavismo permitían a la población disfrutar una falsa sensación de bienestar gracias a un auge en los precios del crudo, pero el modelo comenzó a colapsar a finales del 2012, cuando un barril de petróleo a $100 se mostraba insuficiente para sostener la fiesta. Ahora con un crudo venezolano cotizándose por debajo de los $80 –el viernes cerró en $77.65 el barril– el escenario luce mucho más sombrío.

El tema es que los precios van a seguir bajando, como resultado de los esfuerzos de Arabia Saudita por salir a defender las cuotas de mercado que ha estado perdiendo, comentó De La Cruz.

En esencia, el mercado petrolero mundial está ingresando a una guerra de precios emprendida entre países productores de crudos convencionales contra las empresas privadas que han desarrollado con éxito la tecnología para producir petróleo de esquistos bituminosos, también conocidos como shale oil.

Esa tecnología ha permitido incrementar substancialmente la producción de crudos en Estados Unidos, con pronósticos de que el país dejará de ser un importador neto de petróleo a la vuelta de pocos años, y está por llevar a incrementar la producción de otros países, como México, Canadá e incluso Argentina, donde se han encontrado importantes reservas de este tipo. "La guerra de precios se desata porque los sauditas han perdido mercado en Estados Unidos. Los sauditas colocaban aquí un millón y medio de barriles por día y ahora solo colocan 900,000”, señaló De La Cruz

“Hay una revolución, definitivamente, con la tecnología para producir shale oil, que ya generó el impacto necesario para comenzar a desplazar el crudo convencional”, sostuvo.

Esa pérdida de mercado de 600.000 barriles diarios es una de las razones por las que Arabia Saudita ha decidido bajar los precios del crudo para tratar de desestimular la producción de shale oil, operación de elevado costo que es atractiva a $100 el barril, pero que no lo sería tanto con un precio por barril de menos de $70.

Aunque el esfuerzo de Arabia Saudita está solo dirigido a frenar la revolución tecnológica detrás del shale oil, la caída en los precios también constituye una seria amenaza para la revolución bolivariana.

Por el momento, y con un barril a $100, Maduro ha estado enfrentando problemas para sostener simultáneamente el abultado servicio de la deuda externa del país y las costosas importaciones de productos, optando por pagarles a los proveedores externos.

Esa decisión conlleva un elevado riesgo político y podría ser insostenible si es aplicada a costa de un desabastecimiento aún mayor, dijo desde Miami Beatrice Rangel, directora de Amla Consulting Group. "Se estarían haciendo el harakiri. Si insisten con su empeño de pagarle a Wall Street a como de lugar, a costa de mantener el desabastecimiento, eso agudizará el problema de descontento social que ya tiene”, explicó.

Ese descontento social, ya ha tumbado la popularidad de Maduro a niveles cercanos al 25 por ciento. No obstante, Maduro solo ha optado por ignorar los problemas económicos que tiene en jaque a su régimen. La semana pasada, por ejemplo, el líder de la revolución bolivariana se limitó a decir que no le preocupa una caída de los precios del petróleo.

“El petróleo puede bajar hasta $40, pero Venezuela tiene garantizado sus recursos para seguir prosperando […] no va a haber catástrofe, ni colapso, tenemos la capacidad financiera en bolívares para satisfacer la necesidad del país”, dijo el gobernante bolivariano al ser consultado por periodistas.

Para los expertos, este tipo de manifestaciones de Maduro son como las de un hombre que está por ser tragado por un tsunami y su respuesta es cerrar los ojos y decir que no ve nada que le preocupe. “La gente no entiende esto”, dijo desde Caracas el economista Alexander Guerrero.

“Lo que estamos viendo con Maduro, es un hábito de no enfrentar los problemas económicos, una costumbre de hacerse el loco y demostrar que no le preocupa porque su atención está centrada en el tema político, sin que pareciera entender que los orígenes de sus problemas políticos precisamente están en lo económico”, agregó.

Y el descontento está por incrementarse en los próximos meses, ahora que los precios del petróleo están cayendo, en momentos en que el venezolano ya está destinando entre el 60 y el 70 por ciento de sus ingresos en la compra de alimentos.

“La gente está comenzando a darse cuenta que no hay solución [a la crisis económica] con este gobierno. La gente ya está hablando en la calle de que la crisis es terminal y comienza a sentir que este gobierno está parado sobre nada”, agregó.

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