miércoles, 26 de junio de 2013

Todavía las cadenas

En las cadenas de Maduro no hay encadenamientos; quiero significar que en lo atinente al idioma abundan las frases sueltas sin conexión alguna (Los bien encadenados son los presos políticos, los derechos humanos y los medios informativos)

CARLOS J. SOUCRE/TalCualDigital
1.- En las cadenas de Maduro no hay encadenamientos; quiero significar que en lo atinente al idioma abundan las frases sueltas sin conexión alguna (Los bien encadenados son los presos políticos, los derechos humanos y los medios informativos).

Aparte de la ordinariez en los ademanes usa un lenguaje sin organización lógica, y de más está decir, sin una sola idea. Una frase sobre un mismo tema no guarda congruencia o relación con lo que de inmediato le sigue, y así va soltando palabras sin ilación alguna.

A veces notamos que sin terminar una locución empieza otra como si algo le distrajese; lo mismo que cuando su antecesor se interrumpía para hacer un chiste o formular una pregunta. Y esa monotonía con la que también se conduce, un tono adormecido, monocorde, que hace dormir hasta de pié a sus oyentes. Cuando en algún momento habla sin enredos emplea palabras impropias, inadecuadas, no sabe colocar un adjetivo y su sintaxis es bastante torpe, "no sabe hablar" le dijo Vargas Llosa en memorable artículo.

Y en lo demás, trivialidades pronunciadas con énfasis, sí, como quien hace un descubrimiento. Expresa que todo lo hace, (o mejor, lo deshace, digo yo) "con amor en busca de la paz", pero de seguidas se enguerra e insulta a los que disienten: "No hagamos caso a la burguesía fascista, corrupta, apátrida, lacayos del imperio". En fin, un "gobierno de calle", o callejero, no importa que por calles intransitables, plagadas de huecos y de basuras con las que Jorge Rodríguez y otros de esta especie embellecen al país.

2.- Maduro (como lo fue Chávez) es un accidente, algo no esperado por la lógica de la historia, una impertinencia, "un pistoletazo en medio de un concierto".

3.- Pensamos en aquel político y gobernante español en tiempos de la llamada "Restauración": Antonio Cánovas del Castillo; despreciaba a España y a los españoles, y solía decir: "Son españoles los que no pueden ser otra cosa".

No obstante cometía la inmoralidad de gobernarlos. Por aquí el señor Chávez, (como hoy Maduro) estuvo por 14 años despreciando hasta con los pies o con sus botas a más de la mitad de los venezolanos porque no pensaban como él. Incurría, pues también él en aquella inmoralidad.

4.- Esos obsedidos sólo por el poder cómo reciben y se muestran con la más fría insensibilidad ante los más indignos y merecidos calificativos que se les estrujan en la cara, y que ellos descaradamente ostentan. Esta es la muy risueña frase que los delata: "Eso no nos quita el sueño".

No hay comentarios:

Publicar un comentario