jueves, 4 de julio de 2013

Chavismo opera una ‘perversa’ red de espionaje, denuncia la oposición

ANTONIO MARIA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
Durante los últimos meses de Hugo Chávez, cuando su entorno se esforzaba por ocultarle al mundo que su enfermedad era terminal, pocas personas eran tan odiadas por el régimen bolivariano como el periodista venezolano Nelson Bocaranda, cuyos informes sobre la salud del mandatario eran leídos con detenimientos por millones.


Es por ello que llegó al radar de Juan Manuel Almeida, el hacker de la “revolución bolivariana” que manejaba las tareas delicadas para el entonces Canciller Nicolás Maduro, el entonces jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), Miguel Rodríguez Torres, y Mario Silva, el influyente portavoz del chavismo que secretamente informaba al G2 cubano.

Y es que la intervención telefónica y de correos electrónicos es herramienta común aplicada por el chavismo para luchar contra sus adversarios, haciendo uso de los recursos del Estado para espiar regularmente a cientos de periodistas y a dirigentes de otros partidos, en una práctica que deja al histórico escándalo de Watergate en el terreno de los juegos de niños, denunció el diputado de la oposición Ismael García.

Pero a diferencia de lo que podría ocurrir en otros lugares en el mundo, donde el espionaje es emprendido para evitar acciones de terrorismo, en Venezuela las labores tienen otro propósito: silenciar las denuncias de corrupción, dijo García.

Son emprendidas cuando un periodista o un dirigente de la oposición presenta alguna denuncia de corrupción contra un funcionario del gobierno. Lo hacen no para tratar de investigar la irregularidad denunciada, sino para identificar la fuente original de la información, para luego silenciarla, declaró García en una rueda de prensa.

“Este es un gobierno que está constituido por capos y mafias”, sentenció García, al revelar que esta unidad de espionaje electrónico ha interceptado los correos electrónicos de importantes dirigentes de la oposición como Antonio Ledezma y Julio Borges, además de las cuentas de Bocaranda.

Según el opositor, el equipo de hackers encabezado por Almeida tenía también intervenidas las cuentas de periodistas dentro de la estatal Venezolana de Televisión, medio utilizado como tribuna de promoción de la “revolución bolivariana”, en lo que muestra que la alta cúpula del chavismo también desconfía de sus propios periodistas.

Pero la operación también buscaba silenciar las voces de reconocidos personajes en las redes sociales, con el chavismo ordenando la intervención de las cuentas de Twitter de reconocidos periodistas, dramaturgos, y presentadores de televisión.

Y lo que es peor, los organismos de seguridad venezolanos no estaban inmunes al hackeo. Las bases de datos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas también fueron intervenidas, dijo García.

“Ellos tienen toda una red de espionaje y de conspiración perversa. Aquí solo le estamos poniendo algunos ejemplos”, dijo el diputado.

“Se trata de una profunda red de espionaje montada dentro del Estado para protegerse, entre uno y otro, la corrupción en la que hoy está inmersa”, enfatizó el diputado.

La denuncias, que García y otros representantes de la oposición introdujeron el miércoles ante la fiscalía, se derivan de un lote de correos electrónicos entre Silva y Almeida que fueron filtrados a los medios de comunicación internacionales y a dirigentes de la oposición.

El Nuevo Herald obtuvo copia de algunos de los correos de Silva, quien cayó en desgracias semanas antes, cuando la oposición divulgó una grabación en la que el entonces influyente dirigente del chavismo brindaba un reporte a la inteligencia cubana.

En los correos obtenidos por el Herald, Silva manifestaba su preocupación de que el chavismo pudiera sobrevivir la muerte de Chávez y que el actual presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, era el verdadero peligro para la “revolución bolivariana”.

“En este escenario, ni en ninguno de los que exponga […], el partido apuesta a preservar la revolución. Son muchos los vicios que le aquejan, tendencias y feudos que lo conforman. Nicolás [Maduro] tendría que convocar al pueblo a una cruzada que, en honor a la verdad veo imposible de asumir por las debilidades que el mismo Diosdado ha generado dentro de la estructura que afecta al Estado”, escribió Silva en un correo electrónico a un amigo identificado sólo como “Tony”.

“Cada día se hace más evidente que sin el Comandante Chávez esta revolución se va al carajo”, sentenció Silva en la misiva redactada a finales de diciembre, ante de conocerse la muerte del presidente venezolano.

Pero la obsesión de Silva, al igual de la de Almeida, quedaba personificada en la persona de Bocaranda, cuyos informes sobre la salud de Chávez dejaban por el suelo los esfuerzos gubernamentales por tratar de convencer al mundo de que el mandatario estaba ganando en su lucha contra el cáncer.

Para combatirlo, Almeida fue encargado con la tarea de intervenir las cerca de 10 cuentas de correo electrónico que tenía Bocaranda, y aproximadamente la mitad de ellas fueron fáciles de interceptar, explicó García.

La otra mitad contaba con mecanismos de seguridad mucho más sofisticados, lo que obligó a Almeida a hacerse pasar por Bocaranda luego de que las autoridades le facilitaran la cédula de identidad del periodista y le permitieron sacar nuevas tarjetas de crédito a nombre “del objetivo”.

“El gobierno estaba en ese momento detrás de las informaciones que Nelson Bocaranda recibía […] sobre un tema que el país necesitaba que se informara, que era la salud del presidente que se manejó con mucho secretismo”, explicó.

El Nuevo Herald

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