lunes, 26 de agosto de 2013

El barranco está ahí/Editorial TalCual lunes 26ago13

Por: Fernando Rodríguez/TalCual

En un artículo reciente Eduardo Mayobre señalaba la relación extremadamente constante en América Latina entre índices de inflación desmesurados y golpes de Estado que, como se sabe, suelen llevarse en los cachos a los de aquí y a los de allá.


No es mucho especular el decir que por esos dígitos caminamos. Y sugiere el articulista como uno de los paliativos posibles el muy sensato de lograr cierto apaciguamiento y cohesión nacional, antes de que sea demasiado tarde y reviente el tumor inflacionario.

De eso se habló a comienzos del gobierno de Maduro y se pasó a algunos hechos como la conversa con Lorenzo Mendoza o la momificación de Giordani.

Pero, no hay duda de que el tema ha venido decayendo aceleradamente, en proporción inversa al crecimiento de la crisis económica, ¡atiza!

Es decir que pareciera que podemos estar caminando hacia el abismo o algo parecido, con la mayor inconsciencia de que alguien algún día va a tener que apagar la candela y esos bomberos, con métodos bastante siniestros siempre, pasa por el uso de las armas, generalmente las de los cuarteles o las más infernales de los ciudadanos enfrentados.

Nosotros estamos convencidos de que ni en los peores momentos del difunto, y mira que los hubo y que todos estos males son su más legítima herencia, hubo tanta violencia y locura oficial como en los días que vivimos.

Maduro y Cabello, los dos tenores estelares del régimen, no hacen sino vomitar insultos desaforados y acusaciones disparatadas, ajenas a la mínima lógica, contra toda disidencia.

Baste señalar, para saber a dónde hemos llegado, la campaña contra la corrupción de la oposición, que no ha manejado sino migajas de un festín petrolero sin precedentes y que ellos han malgastado hasta llevarnos a la aterradora crisis que vivimos y que ha sido un botín milmillonario para funcionarios y boliburgueses impunes.

El resto de las pruebas de esta iracundia hidrofóbica y esta mala fe sin límites se pueden leer todos los días en todos los periódicos.

Pero no olvidemos perlas como los aviones y francotiradores, de José Vicente. O una última y poco comentada, la lista de Tascón, que tanto dolor causó en la vida y los bienes de amplios sectores opositores, perseguidos por una implacable inquisición, no es de Tascón sino de la oposición misma que decidió autosuicidarse según Maduro.

No hay duda de que las decisivas elecciones de diciembre, y la polarización que el chavismo practica en esas circunstancias, tienen lo suyo en este desbarajuste mental y moral.

Y no hay que olvidar los excesos de algunos opositores que condimentan el plato.

Nadie espera un torneo de argumentos y tolerancia después que el país se ha degradado tanto y tan prolongadamente pero el gobierno, y volvemos al principio, es el primer llamado a velar por sus sobrevivencia y a no ser el desalmado mayor, el líder indiscutible de los excesos y los desvaríos.

En el fondo, estas desmesuras no serían sino otros signos de su perversión y primitivismo si no estuviese sucediendo lo que está sucediendo en los precios del pan nuestro de cada día o las colas interminables de la rebatiña de los bienes más elementales e imprescindibles o las calles ensangrentadas por el hampa.

Lo que acaece en los cuerpos, en la materialidad, en la economía donde Marx, ¿lo recuerdan?, veía el motor de las instituciones políticas y las ideas de nuestros cerebros.

La violencia sin frenos, sea el golpe o cosas peores, que las hay, no siempre le sucede a los otros.

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