viernes, 31 de agosto de 2012

La premiada "Torre de David" descontextualiza la miseria

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
Lejos de ser un motivo de júbilo, la concesión del León de Oro de la décimo tercera edición Bienal de Arquitectura de Venecia al proyecto Torre David: gran horizonte, de la firma Urban Think Tank, liderada por los arquitectos Alfredo Brillembourg y Hubert Klumpner, no ha hecho más que avivar la controversia que se inició desde que se supo que uno de los curadores de la muestra internacional invitó a los proyectistas a mostrar su trabajo en la ciudad de las góndolas.


La propuesta galardonada habla de "ocupación" y "reutilización" de una edificación. No de la "invasión" de una propiedad privada que pasó a manos del Estados después de la crisis financiera de 1994.

Hoy en día, la construcción, desvirtuada de su diseño original, alberga a más de 3.500 personas que han adaptado a sus necesidades de servicios básicos una torre pensada para uso financiero.

El veredicto de la Bienal de Venecia reconoce "a los habitantes de Caracas y a sus familias, que han creado una nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e incompleto (...). El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David y lo ha hecho con talento y determinación".

Una visión con la que arquitectos como Oscar Tenreiro y Jimmy Alcott, entre otros, no están de acuerdo y que, ciertamente, omite aspectos como los problemas de inseguridad y delincuencia que se han producido dentro y fuera de la otrora Torre Confinanzas.

El arquitecto Marco Negrón opina que la participación venezolana en la bienal ha llegado a niveles lamentables. "Recuerda que lo primero que se llevó a Venecia fue Barrio Adentro, proyecto del que no se discute su impacto social, pero que desde el punto de vista arquitectónico es deplorable", señala.

Y prosigue: "Lo que me irrita es que se ponga a la miseria como un espectáculo. Aquí no se trabaja con proyectos urbanísticos integrales que tomen en consideración aspectos como el empleo y la seguridad. Habría que comenzar por hacer una intervención sociocultural antes de emprender proyectos arquitectónicos".

Para Negrón el caso de la torre de David no representa más que la "explotación de una población por parte de unos señores que manejan eso. Es como lo que ocurre con los pranes en las cárceles: allí adentro se actúa en connivencia con las autoridades, con el Estado".

Sobre la propuesta de la firma Urban Think Tank, dice Negrón que más allá de tratarse de un libro, le parece de una frivolidad impresionante el pretender "homenajear" lo que ha ocurrido con la Torre de David.

El caso también ha sido tratado por Juan José Ovalarría y Ángela Bonadies, quienes a través de fotografías, dibujos y objetos, realizaron en 2010 -el proyecto aún está en proceso- la radiografía La torre de David.

En el sitio www.latorresdedavid.blogspot.com, ambos artistas señalan lo que la construcción y sus realidades reflejan para ellos: "(...) la torre es la imagen de nuestro proyecto moderno, que estalla en el contraste de situaciones pre y posmodernas. Es un relato que vulnera los límites entre ficción y realidad y entre significados tan básicos como amparo-desamparo, seguridad-inseguridad, pared-cortina, ventana-vacío".

El investigador y curador Gerardo Zavarce va más allá en su percepción: "Seleccionar un proyecto de este tipo para la Bienal es sacar de contexto la realidad venezolana, una especie de antropología que opera por una ficción, romántica, que adormece la visión de lo que nos sucede", asegura.

Para Zavarce, lo que subyace en la premiación de Torre de David: gran horizonte es la reafirmación de la mirada neocolonial de Europa hacia el tercer mundo. "Allí hay muertos, accidentes, condiciones de inseguridad, relaciones autocráticas... Todas fueron obviadas. Se descontextualiza el drama, la miseria. Yo me pregunto si en los dibujos de Brillemboug están reflejados los cadáveres que han sido lanzados desde lo alto del edificio a la vía pública", concluye.

Cabría preguntarse, también, qué distancia media entre lo mostrado en Venecia y la realidad de un país que, como decía José Ignacio Cabrujas, está en eterna construcción.


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