viernes, 21 de junio de 2013

¡El Miami Heat es bicampeón de la NBA!

JORGE EBRO/JEBRO@ELNUEVOHERALD.COM
La pila humana en el centro de la cancha, los puños levantados y la lluvia de confetti desde el cielo lo decían todo: el reinado de Miami en la NBA continúa, los campeones tienen larga vida.


Ninguna ciudad puede ser más feliz que esta en todo el planeta, luego de que el Heat se elevara a a una nueva altura para vencer el jueves en la noche 95-88 a unos Spurs de San Antonio que también merecieron todo el respeto por haber mostrado una entrega de energías y pasiones que obligaron a una defensa del título prolongada y extenuante, pero sobre todo, gratificante.

Justo cuando la franquicia cumple sus 25 años de vida, quedó reafirmado que este generación del Heat pasará a la historia como una de las mejores de todos los tiempos al arribar tres años seguidos a una Final y conquistar dos coronas consecutivas y hacerlo en la 18va serie que se decide en un séptimo encuentro. Mejor guión no podía escribirse para una Final y para este equipo.

James cimentó su figura monumental en el básquetbol al poner broche de oro a una temporada increíble con un doble-doble de 37 puntos y 12 rebotes; Dwyane Wade se olvidó por esta vez de sus rodillas destrozadas al anotar 23 cartones y capturar 10 rebotes; y el Erik Spoelstra, tan poco reconocido, condujo de manera magistral el ritmo de la maquinaria para convertirse en el 13er coach que gana dos campeonatos y el octavo en hacerlo de manera consecutiva.

“Primero felicito a San Antonio, una organizacionn de primera que nos obligo al maximo. He trabajado mucho en mi juego, para mejorar, para superarme”, dijo LeBron. “No me preocupan lo que digan por ahi de mi. Sigo siendo un chico de Akron, Ohio, del barrio. Yo no deberia estar aqui. No me preocupan mis criticos. Yo soy LeBron James’’.

James fue elegido el MVP.

San Antonio luchó hasta su última gota de energía y tuvo opción de ganar hasta las postrimerías, pero ni el esfuerzo combinado de tres futuros miembros del Salón de la Fama como Tim Duncan, Manu Ginóbili y Tony Parker, pudieron arrebatarle a Miami lo que le pertenecía por derecho propio y por un esfuerzo que no decayó ante la presión más profunda.

“No tengo palabras para agradecer a mis chicos, ellos mostraron mucha fortaleza mental, estoy orgulloso de ellos”, expresó el entrenador de los Spurs Gregg Popovich.

Quienes pensaron que este juego sería muy bajo en intensidad en comparación con el de la sexta jornada se llevaron una gran sorpresa, pues desde el mismo primer minuto ambos equipos se trabaron en una batalla que sería el sello de calidad de un choque definitorio para una gran temporada.

Luego de ese derroche de energía en el choque previo, mucho se especuló sobre la posible debacle física y mental de San Antonio, pero los texanos vinieron a una Arena American Airlines abarrotada a dejar la vida sobre las duelas y a demostrar por qué son una de las mejores organizaciones de todos los tiempos en la NBA.

El Heat comenzó más activo y llevó casi siempre la voz cantante en la primera mitad, pero nunca logró establecer una ventaja ostensible y a cada intento por proponer un rally suficientemente extenso para poner el juego a buen recaudo, los Spurs se lanzaban a un contraataque en toda la línea que lograba eliminar cualquier sueño de los de casa de terminar las acciones de forma rápida y aplastante.

Tan duro fue el intercambio ofensivo –Miami utilizando los tiros a distancia, San Antonio golpeando dentro de la pintura- que cuando ambos conjuntos se fueron al descanso del medio tiempo, James y sus compañeros apenas vencían por dos puntos 46-44, mientras los miles de aficionados vestidos de blanco se preparaban para dos períodos finales de presión y adrenalina pura.

El tercer parcial mantuvo a esos fanáticos en sus asientos –nadie se atrevió a irse antes del cierre- y los dos conjuntos se intercambiaban la cima de manera constante. Miami con un James que de nuevo se echaba al equipo al hombro y San Antonio apelando al juego colectivo. Si el Heat terminó arriba por un punto (72-71) se debió a un tiro desde más allá del arco, casi milagroso y sobre la hora, de Mario Chalmers.

El Nuevo Herald

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