miércoles, 18 de junio de 2014

Rojas de vergüenza

Me preparaba el domingo para ver el partido entre Argentina y Bosnia revisando mi cuenta twitter cuando vi el primer reporte con los resultados de las elecciones colombianas. No sé por qué me acordé de Tibisay Lucena y sus compinches del CNE y el sistema más moderno del mundo. El que cuenta con una tecnología de lo más sofisticada

SEBASTIÁN BOCCANEGRA/TALCUALDIGITAL
Me preparaba el domingo para ver el partido entre Argentina y Bosnia revisando mi cuenta twitter cuando vi el primer reporte con los resultados de las elecciones colombianas. Mi primera reacción fue creer que se trataba de una encuesta a boca de urna pero no, era el primer boletín oficial con un porcentaje pequeño de las mesas.

No sé por qué me acordé de Tibisay Lucena y sus compinches del Consejo Nacional Electoral y el sistema más moderno del mundo. El que cuenta con una tecnología de lo más sofisticada. ¿Cómo era posible que los hermanos colombianos estuvieran dando ya resultados, en menos de media hora, si ellos votan de manera tan anticuada?

Me imagino que las rectoras rojas rojitas debieron sentirse apenadas ayer. Nosotros por lo menos sentimos pena por ellas, por el papelón que han venido haciendo todos estos años y que ayer quedó al desnudo, nuevamente, gracias al sistema colombiano y sin que ellos se lo propusieran. En menos de hora y media los resultados que dieron el triunfo a Juan Manuel Santos eran conocidos por todos y reconocidos por su rival.

Hay que tomar en cuenta que la extensión geográfica neogranadina es mayor que la nuestra y que estaban habilitados para votar casi 33 millones de ciudadanos y, aunque la abstención fue elevada, ese número de electores implica una buena cantidad de mesas de votación.

Pues a pesar de todo eso, los resultados se fueron conociendo a una velocidad que debió poner rojas, pero esta vez de vergüenza, a Tibisay y las suyas. Se puso en evidencia que el árbitro electoral del vecino país actúa como tal, que cuenta los votos y da la información de manera rápida, pues para hacerlo no tiene que pasar primero por la alcabala de Miraflores. Que lo importante no es el sistema ni sus aparatos tecnológicos sino la honradez de quienes los manejan. Eso falta por estos lados.

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