miércoles, 29 de mayo de 2013

Matones en Sidor

El expresidente Rafael Gil Barrios contrató a brigadas de choque que tienen prontuario policial. Pedro Acuña, presidente de los Accionistas Clase B, dice que la empresa tiene una deuda de mil millones de dólares

CARMEN CARRILLO/TalCualDigital
José Luis Alcocer y Yunis Hernández, miembros de Unidad Matancera, antiguo brazo sindical de la Causa R, admiten que ha habido una merma sustancial en la producción de esta importante industria estratégica del país, al extremo, que Sidor no está produciendo lo suficiente para cubrir la demanda.

"Antes por el contrario, hemos disminuido nuestra producción, al extremo que no producimos lo necesario para cubrir los gastos de funcionamiento, mantenimiento y pago de personal de la empresa, nos encontramos en peores circunstancias que en tiempos pasados", agregan.

Esto con relación a los 314 millones de dólares que anunció el presidente Hugo Chávez el 20 de agosto de 2012, según punto de cuenta 0512 que sería para inversiones. Ellos ahora están demandando al expresidente de Sidor, Rafael Gil Barrios, quien según ellos habría recibido el dinero y lo desvío para otras cosas.

A pesar de ese cuantioso aporte, del cual exigen se nos rinda cuenta, tanto a los trabajadores, como al país en general, Sidor no alcanza a cubrir sus gastos, dicen.

LAS BOTAS

Como colofón, el presidente de Sidor Justo Noguera pidió a las damas del edificio administrativo que lo acompañarán en una inspección por las acerías para que sintieran el mismo calor de los hornos que los trabajadores.

Las trabajadoras subieron a un autobús con el General y cuando llegaron a una de las áreas, una de ellas con tacones altos se lesionó el pie. En ese momento, el presidente de Sidor se dio cuenta de que hacían falta las botas y los implementos de seguridad. El jueves de la semana pasada a los trabajadores en algunas de las áreas no les dio la gana de trabajar.

Los supervisores no dijeron nada. Se quedaron calladitos. El viernes quisieron hacer lo mismo, por lo que los jefes de turnos tuvieron que amenazarlos con traer a los militares y decirles lo que estaba pasando. Por supuesto, los sidoristas agarraron sus implementos y se pusieron a trabajar.

NO DEJAN HABLAR
La queja principal de los proveedores, de los pocos que quedaron porque aunque de acuerdo a la cláusula 96 del contrato colectivo sólo debían pasar a nómina los llamados tercerizados que estaban en áreas vitales y conexas, en un exceso de populismo hasta los vigilantes pasaron a la nómina de Sidor.

Eso ha traído como consecuencia que no hay quien limpie y mantenga los jardines y áreas verdes porque lo que antes hacía una contratista con su personal, ahora no lo hace nadie porque el sidorista no corta monte.

Esto ha generado un incremento de la inseguridad dentro de las áreas, cosa que no pasaba antes porque había empresas de vigilancia de carácter privado y con cámaras, pero como estos ahora son sidoristas, no hacen funciones de vigilantes.

Entonces, un sector del oficialismo durante la gestión de Rafael Gil Barrios, contrató a un importante grupo de matones o brigadas de choque que tienen prontuario policial, fácilmente detectable, y quienes eran los que ponían el orden en planta cuando algún trabajador reclamaba derechos.

Hasta los sindicalistas les tienen miedo a esos matones que tienen alias. No nombres. Así como "el Caracas" pero en este caso es "el flaco" y "el teniente".

Los proveedores tratan de dialogar con los militares pero no hay forma porque simplemente los uniformados no aceptan ningún tipo de explicación. Se da la orden y se ejecuta.

Así han terminado de quebrar a pequeños empresarios que prestaban diversos servicios. No les pagan. Les echan la culpa a los jefes anteriores y no los escuchan. Por supuesto, los proveedores los detestan casi tanto como los sindicalistas.

INSTALACIONES DAÑADAS
Pedro Acuña, presidente de la Asociación de Accionistas clase B, no se cansa de repetir que Sidor ahora produce menos y además tiene una deuda de por lo menos mil millones de dólares.

Asegura que el problema principal radica en que la desinversión ha dañado las instalaciones; la falta de mantenimiento también ha afectado a los equipos y al final será difícil alcanzar nuevamente la capacidad instalada de la planta que es de cinco millones de toneladas.

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