miércoles, 22 de enero de 2014

Al borde del abismo

El país pasó de enfrentar una crisis a vivir una gran crisis. Los dólares fluirán menos este año y los permisos de importación están negados desde el año pasado. De no tomar medidas urgentes, los servicios de telecomunicaciones seguirán profundizando su desastre

La revolución no ha logrado mejorar realmente la calidad de vida de los ciudadanos en 15 años de lucha mediante el uso del poder, como Gobierno y autoridad, pues sólo ha hecho más vivible la pobreza entre los más necesitados a punta de subsidios, ni mucho menos ha podido lograr revertir esa obsesiva dependencia del país de los dólares para su subsistencia, que convirtieron a cada uno de los venezolanos en una especie de comparador automático de precios en bolívares y dólares, pero sin capacidad para analizar las consecuencias que implica y, por supuesto, sin ningún tipo de razonamiento lógico para vincular el mal servicio en general a la escasez y las limitaciones.

En el país, la gente sigue soñando con televisores de pantallas planas, finísimos, elegantes, pero no se dan cuenta que la falta de electricidad constante y las bajas sigilosas de luz, imperceptibles, les puede aguar la telenovela. En la Venezuela de hoy día, los ciudadanos son sometidos a hacer largas colas para comprar alimentos importados de Brasil, Estados Unidos, Argentina, entre otros, sin entender que, por cada pollo que compran del exterior, a precio barato, regalado, cuando soportan las horas de espera, están destrozando la producción del país y, con ello, dejando a miles sin empleos, incluso acabando con el futuro de sus propios familiares. Viven el presente sin pensar en el futuro, apoyando un sistema que prefieren la importación en vez de la producción, que sí le generará riqueza y empleo a la nación.

En las telecomunicaciones pasa lo mismo. Los venezolanos, como grandes consumidores de alta tecnología, por los conocimientos que tienen, se desviven por tener en la mano el mejor equipo del mercado y su anhelos de las operadoras son iPhone 5S, Samsung Galaxy S4, HTC One X, entre otros de gamas Premium y medias altas, pero no terminan de entender que, para que esos equipos puedan correr como quieren, disponer de grandes cantidades de datos para pasar todo el día viendo videos, necesitan grandes redes, infraestructuras, esas que siguen negadas al desarrollo desde hace tiempo y, además, pagar por ellas, porque no pueden ser regaladas ni subsidiadas.

Los servicios en general en el país están al borde del abismo. Las ligas de llamadas en la telefonía fija, la pobreza de los servicios de Internet de banda ancha, fijos y móviles, con caídas constantes que impiden la llegada de la innovación real y la congestión, cada vez más profunda, de los servicios móviles, por mencionar algunos, se unen a la crisis eléctrica, la crisis del Gas, la escasez de alimentos, la limitada oferta de todo en el país, hasta de papel toalet, lo que convierte a la nación en una especie de olla de presión que, más temprano que tarde, terminará reventando y, en el alto Gobierno, parecen no darse cuenta o no quieren entender que toda la crisis también les afecta, pues si los servicios no funcionan, aunque dispongan del resto de cosas y prebendas, es posible que, cuando necesiten comunicarse, la línea estará congestionada.

En la Venezuela de hoy, el colapso parece inminente. A los sectores, por escasez de divisas, les han limitado más los dólares para 2014. En las telecomunicaciones no hay licencias aprobadas para nuevas inversiones desde el año pasado, por lo que, es probable, que la congestión en vez de mejorar, empeore. El equipamiento está peor, por lo que un teléfono móvil dejará de ser un medio de comunicación y se convertirá en un lujo difícil de encontrar, así sea un Vergatario III.
Cort. TalCualDigital

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