miércoles, 16 de julio de 2014

Habla presidencial

Será que los expresidentes escribian sus discursos porque no conocimos a ninguno de ellos que haya sido escritor, salvo Gallegos y Ramón J. Velásquez y qué decir de Chávez, absolutamente nada, pues jamás nos pusimos a oír sus peroratas

CARLOS J. SOUCRE/TALCUALDIGITAL
Los expresidentes de que trata esta nota jovial, ¿escribían sus discursos? Porque no conocimos a ninguno de ellos que haya sido escritor, salvo Gallegos y Ramón J. Velásquez; alguien diría que Cipriano Castro mostraba esas ínfulas y copiaba el estilo de Vargas Vila. Pero es sobre ese hablar pintoresco en que deseamos discurrir.

Empecemos con Betancourt, quien usaba vocablos llamativos como "periclitado", "hampoducto", y solía llamar "cabezas de ñema" a esos doctores de agua-miel con borlas académicas; a veces era proclive a las rojas palabras y a esos sarcasmos aprendidos en Pocaterra; recuerdo aquel memorable discurso del poliedro donde habló de "títulos de abogados ladinos envueltos en cuero de baba guayanesa"; se supo a quién aludía, y a otro por más señas, postrado y erudito lo llamó "pelotica de m...envuelta en Ortega y Gasset".

Leoni redactaba muy bien, pero al hablar se embrollaba como cuando dijo aquella frase memorable en un mitin en Coche: "Buenas Coches, ciudadanos de noche". Caldera discurría muy bien, pero a veces meresultaba latoso a causa de sus prolijidades; solía descender desde su solio académico-bellista para decirnos locuciones como esas de "vamos a echarle pichón", "me fajaré rolo a rolo y tolete a tolete".

A Carlos Andrés lo remito a Cayito Aponte. Herrera hablaba en refranes, no vamos a decir que como Sancho Panza; es más sano decir que como un gañán de Acarigua; también quería ser erudito, citaba a Shakespeare, a Niko Kazantzakis, a Dionisio el Areopagita y al padre Jaime Balmes como lo último en filosofía.

Lusinchi hablaba sin fluidez, cortando las frases, su estilo era a base de palabras superpuestas, un estilo de colocador de adoboncitos; cuando le hacían preguntas miraba hacia el techo como esos que padecen de lagunasmentales; pasaba con facilidad de la bonhomía inefable al rostro descompuesto donde giraban unos ojos de fiera;¿recuerdan aquello que le gritó a un periodista? : "Tú a mí no me jodes".

Pérez Jiménez gagueaba simplezas como eso de "el nuevo ideal nacional"; fue esquemático de lo más pobre, un hombre monocorde, redondo como la estupidez, decía"suidadano". Pérez Jiménez era un poco gago. Aquiles Nazoa dice en un poema humorístico que a un gago le es imposible decir cacao; pero Pérez Jiménez sí pronunció bien esa palabra cuando a gritos pidió eso al sentirse derrocado.

¿Y qué decir de Chávez? Absolutamente nada, pues jamás nos pusimos a oír sus peroratas. ¿Y de Maduro? Menos aún porque se dice que no habla, sino que balbucea.

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