lunes, 14 de julio de 2014

LA NUEVA CAZA de corruptos/Editorial Tal Cual lunes 14jul14

Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Durante muchos años en la “cuarta república” la denuncia de la corrupción administrativa fue una de las figuras fundamentales de la vida política nacional. Tuvo numerosas funciones primordiales: permitir que políticos audaces ascendieran a velocidades a veces meteóricas, encaramados en un caso de corrupción (más de una vez hasta de un inocente, embarcado en el operativo); bueno para vender más periódicos y otros medios; pero, sobre todo, para sembrar antipolítica como arroz, debida y conscientemente hiperbolizado el fenómeno: todo político es un malandro hasta que no demuestre lo contrario y mira que había que esforzarse para salvarse de las innumerables maneras de la maledicencia. Esto último buscando la mayor gloria del neoliberalismo y el poder directo de la burguesía pero que en definitiva produjo lo contrario, el feroz Chávez.


El Comandante eterno se montó en esa nave y la llevó al cenit.

No dijo otra cosa en la campaña que lo llevó a la presidencia y con los acentos más apocalípticos. Pero una vez obtenido el objetivo electoral y cuando las mayorías esperaban que habría juicios sumarísimos a granel y algunos miles de pecadores pararían en la cárcel, y a lo mejor algunos calenturientos soñaron hasta con la horca o similares, no sucedió absolutamente nada.

Nada. Tres o cuatro vendettas muy personales que no pasaron de un susto. Lo cual es ciertamente un enigma para el cual no tenemos ni siquiera hipótesis razonables. Pero así fue.

No se necesitaron muchos años para que se tuviera la convicción generalizada de que en el país del barril a cien dólares, el mayor secretismo y arbitrariedad sobre los movimientos económicos básicos y la sujeción de todos los poderes al Único se estaba produciendo la más cuantiosa corrupción del país contemporáneo, a una escala realmente alucinante. Los signos de la orgía eran muy visibles: boliburgueses impúdicos, funcionarios enriquecidos de la noche a la mañana, nepotismo delictivo, una que otra fuga de información aterradora, evidente falta de toda función contralora, expropiaciones letales, caída de la economía a pesar de la abundancia…pero, paradójicamente, el oficio de cazadores de pillos parecía extinto, incluso el latrocinio de lo público resultaba tema de poca monta en el país al borde de no sé cuántos abismos históricos, reales e imaginarios. Curioso y costoso vacío en cualquier caso.

Ahora bien, las contradicciones internas dentro del chavismo que ya hacen estragos y los seguirán haciendo han abierto de nuevo las posibilidades de perseguir el delito contra los bienes del pueblo. Basta pensar en las denuncias mayores recientes, la de Giordani y Edmée Betancourt sobre el saqueo milmillonario en dólares de Cadivi y las cartas del mismo Giordani y Navarro sobre el uso del presupuesto nacional con fines perversos que indican la abundancia de posibilidades del reabierto coto de caza y la necesidad de nuevos y osados cazadores, gente de la MUD, por ejemplo, con pedigrí en esos menesteres. Por supuesto que hay que estar claro que la pelea es ahora feroz porque las presas pelean por su pellejo y tienen todas las armas a mano, desde jueces venales, muchos medios amordazados, contralores ausentes, hasta la unión cívico-militar, última frontera cuya cohesión en parte funciona para tales fines de autoprotección.

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