jueves, 10 de julio de 2014

Chavismo vs chavismo/Simón Boccanegra jueves 10jul14

Un grupo de sindicalistas que se autodefine como afecto al chavismo ha denunciado con mucha fuerza las acciones del gobierno nacional contra ellos y acusan al gobierno de adelantar prácticas antiobreras y antisindicales

SIMÓN BOCCANEGRA/TALCUALDIGITAL
Un grupo de sindicalistas que se autodefine como afecto al chavismo ha denunciado con mucha fuerza las acciones del gobierno nacional contra ellos y los trabajadores a los cuales representan.

Esto no tendría nada de particular en otras épocas, pero en esta lo tiene y mucho. Porque este gobierno se proclama “obrerista” y se llena la boca subrayando la condición de trabajador del presidente Maduro.

De manera que los sindicalistas chavistas acusan al gobierno chavista de adelantar prácticas antiobreras y antisindicales. Es una muestra de las contradicciones que poco a poco van implosionando al régimen. Esta desavenencia, por llamarla de algún modo, es equiparable a las que enfrentaban muchas veces a sindicalistas adecos con su partido y con los gobiernos blancos.

Fue la recurrencia de estas situaciones conflictivas –amén de muchos otros factores, por supuesto– la que erosionó lentamente las bases del otrora partido del pueblo. Al chavismo le ha tocado repetir la historia. “Una cosa es con guitarra y otra con bandola” me decía, hace años, un veterano dirigente adeco, refiriéndose precisamente a situaciones como la que comentamos.

Su metáfora aludía a que una cosa es actuar en la oposición y otra muy distinta hacerlo desde el gobierno. Seguramente Maduro pensará lo mismo. Lo que más enfurece a estos sindicalistas chavistas es que, amén de los despidos que, en fin de cuentas, en los casos que mencionan, tuvieron lugar en empresas privadas, se ha producido la detención de una treintena de trabajadores –y aquí sí es el gobierno “obrerista” quien actúa– cuyo “delito” es bregar por sus reivindicaciones.

Es un sino que marca a partidos y movimientos populistas y al cual no escapa el chavismo. ¿Se puede eludir este dilema? Sí, con una política de principios y con una gestión ajustada a los principios.

No se trata de dar, a juro, la razón a quien eventualmente pudiera no tenerla, sino la de actuar conforme a derecho y si en algunos casos se hacen inevitables conflictos con la gente propia hay que explicar claramente qué se hace y por qué se hace.

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