viernes, 25 de mayo de 2012

La Pastora aún espera su rescate

Foto: Oscar

JAVIER BRASSESCO |  EL UNIVERSAL
Trabajos de segunda hechos por albañiles de tercera, obras que quedaron a medio hacer, frisos que se caen, tejas que faltan, paredes que se abomban y sobre todo humedad, filtraciones y hasta inundaciones: las quejas sobran para muchos de los dueños de las casas que fueron intervenidas en la rehabilitación del casco histórico de La Pastora, iniciativa que arrancó con la alcaldía de Alfredo Peña en 2004, retomó Fundapatrimonio (alcaldía Libertador) en 2007 pero fue abandonada a principios de 2009.


El ambicioso programa se proponía intervenir en mayor o menor medida -y en un lapso de 15 años- 900 de las 2.100 casas que existen en el casco histórico de lo que fuera una especie de Country Club caraqueño del siglo XVIII. Sin embargo solo llegaron a realizarse trabajos en menos de cien casas y solo unas treinta fueron terminadas. En 65 quedaron las obras a medio hacer y en otras 126 solo se levantaron informes.

Las empresas contratistas comenzaron a retirarse a finales de 2008, tan pronto se acabó el dinero. Los trabajos que estaban por la mitad, por la mitad quedaron, y desde principios de 2009 se espera por la asignación de recursos para retomarlos. La última promesa que Fundapatrimonio hizo a los vecinos es que en julio deben asignar los ansiados recursos.

Mala calidad en las obras

Luis Ramírez, quien representa a un grupo de vecinos que dicen haber sido afectados por estos trabajos inconclusos, espera que esta vez, si finalmente se retoma el programa, los trabajos sean realizados por personas que sepan hacer las cosas, por especialistas en trabajos de restauración.

Explica que en su propia casa sobran las secuelas que dejó la mala calidad de las obras: el friso se está cayendo a pesar de que le dijeron que duraría 50 años, se llevaron cristales de unos aleros que nunca devolvieron, partieron un lavamanos, rompieron pisos y escaleras y arrancaron marcos de puertas que no volvieron a colocar. Y sobre todo le crearon unos problemas de humedad que nunca había tenido, pues no se reforzaron las cabeceras de los muros.

Al mismo tiempo que muestra los callos que se le han formado de tanto sacar agua cada vez que llueve, enseña las 51 cartas que ha enviado a todos los organismos para que se reanuden las obras.

Paúl Bonelli dice que hasta ha pensado en demandar por daños al patrimonio a quienes hicieron estos trabajos: "Yo luché por La Pastora cuando en los setenta se habló de demoler parte del casco histórico para empalmar la Cota Mil con la autopista de La Guaira, y ahora veo todo esto como un nuevo atentado, no como un programa de restauración, pues fue dejado en manos de incapaces".

Tras hablar de cómo le taparon los desagües, de seis puertas que se llevaron para restaurarlas y no se las devolvieron más nunca, y de todos los problemas que ahora enfrenta cuando llueve, José Rafael González está claro: "Yo, la verdad, creo que hubiera sido mejor que no hubieran hecho nada".

Pero en general los vecinos aún tienen la ilusión de que llegue el rescate prometido. Moraima Fernández, por ejemplo, está esperando que los obreros regresen a la parroquia desde aquel lejano día de 2008 en que le dijeron que tumbara los techos porque "pronto" irían a restaurárselos. Los tumbó pero no vino nadie y hoy su casa es una ruina que, al igual que toda La Pastora, aún espera por el rescate prometido.







Fotos cort. El Universal

No hay comentarios:

Publicar un comentario