miércoles, 12 de junio de 2013

Lo que se va, no retorna

PEDRO LUIS ECHEVERRÍA/TalCualDigital
Al gobierno el país se le fue de las manos. Se agravan los males sociales, los desequilibrios macroeconómicos, los escándalos de corrupción y concupiscencia. Fracasa el modelo hegemónico gubernamental y el gobierno no se da por enterado.


El desboque inflacionario, exceso de liquidez en bolívares, indetenible salida de capitales, caída del PIB, escasez de bienes y servicios y de dólares, devaluaciones intermitentes y soterradas, aumento febril del endeudamiento interno y externo son algunas de las inconvenientes consecuencias que el fracasado modelo le impone a Venezuela y que demandan cambios en el equipo conductor del destino del país, una nueva institucionalidad y una sustitución profunda del modelo de desarrollo para poder resolver la secularidad de esos males.

El gobierno no adopta ninguna medida para tratar de enfrentar el grave deterioro de la economía y para corregir los desbalances. No sabe qué hacer; no quiere hacer nada, la "camisa de fuerza" ideológica y política que ciñe, le impide pensar y actuar.

El modelo de distribución de los proventos petroleros que exacerba el consumo privado y que, por carencia de la oferta interna, debe ser satisfecho por masivas importaciones de productos; el modelo de apropiación y control por parte del gobierno de la acumulación de capital que genera la economía; el modelo de hegemonía productiva gubernamental, basada fundamentalmente en expropiaciones y confiscaciones al capital privado; el modelo de hegemonía institucional y comunicacional del gobierno; no han funcionado y, por el contrario, han profundizado los desequilibrios.

La única respuesta que el gobierno ha dado es la de desatar una verborrea incontenible y vacía; contraer mayor endeudamiento externo; decretar un aumento salarial; y generar, desde el BCV, distintas modalidades de impresión de dinero inorgánico. Ello presagia una inflación anual para el 2013, no inferior al rango de 40-45%, con lo cual se anulará el efecto de morigeración que el gobierno pretendía obtener con el incremento de los sueldos.

El resultado de la utopía gubernamental aderezada por la indescriptible incompetencia del funcionariado, no ha sido posible que fuere peor. Se han dilapidado enormes recursos (algunos los sitúan en 1.500 millones de US$), que en lugar de haber sido usados para la modernización del país en todos los órdenes, han sido utilizados para mantener un electorado cautivo a través de las dádivas, obtener relativos apoyos de algunos miembros de la comunidad internacional y facilitar el escandaloso, descarado, y públicamente notorio, enriquecimiento de los favoritos del régimen.

Este estruendoso fracaso de un régimen que se montó en el poder cabalgando sobre la esperanza, expectativas y sueños de muchos venezolanos, constituye una dolorosa burla a la soberanía popular.

Ahora el pueblo paulatinamente ha venido restándole su apoyo y confianza a un gobierno mediocre e irresoluto que inexorablemente se extingue.

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