lunes, 6 de mayo de 2013

Vacuna contra la censura

Las cadenas de radio y TV se devaluaron. Pasaron de ser un recurso del Gobierno nacional para casos de emergencia o anuncios muy importantes y esporádicos a un abuso cotidiano contra diversidad de pensamiento. El primer objetivo es copar el espectro de medios para llevar una sola versión de la realidad, en frases de Nicolás Maduro: "la verdad debe imponerse"

LUIS CARLOS DÍAZ/TalCualDigital
Las cadenas de radio y TV se devaluaron. Pasaron de ser un recurso del Gobierno nacional para casos de emergencia o anuncios muy importantes y esporádicos a un abuso cotidiano contra diversidad de pensamiento.

El primer objetivo es copar el espectro de medios para llevar una sola versión de la realidad, en frases de Nicolás Maduro: "la verdad debe imponerse". Eso sólo demuestra que desde él hasta el ministro de comunicación, información, propaganda, contrapropaganda y agitación (sus cargos durante la campaña), deciden ignorar que la verdad es una construcción colectiva, nace de la diversidad de pensamientos y debe procurarse con más ahínco en periodos de crisis, polarización y construcción de legitimidad.

Lo que puede ser visto como un ejercicio discrecional y abusivo del poder, los voceros gubernamentales lo presentan como su propia gesta contra la censura de los grandes medios, que invisibilizan la magnánima obra de gobierno y merecen ser equilibrados por la fuerza.

La tesis detrás de esto es la superioridad moral revolucionaria, capaz de determinar qué cosas deben o no deben ver los ciudadanos.

La libertad de expresión contempla varias dimensiones. No se trata sólo de manifestar ideas, sino también de consagrar la libertad que tienen los distintos individuos que conforman una sociedad para acceder a los contenidos que sean de su gusto.

En la acción oficial queda claro que la individualidad no existe, por eso el anhelo constante de burocratizar al pueblo y convertirlo en organismos organizados, masa receptora, masa que aplaude y agradece. En el fondo es una lucha contra el sujeto y su densidad de pensamiento y acción.

DOMESTICACIÓN DE LOS MEDIOS
Usar el lenguaje de 2002 en 2013 es como rellenar una arepa con queso vencido. Ya no se trata de un Gobierno enfrentado a un sistema de medios privados que copa la escena y lo critican sin cesar.

En la actualidad, la petrochequera instaló y sostiene un complejo entramado de medios oficiosos y oficiales del sistema público, aunque en realidad estén secuestrados por el partido de gobierno su rol se restrinja a cantar alabanzas al señor de turno.

A esa plataforma de medios pagados con dinero público y que incluyen canales de TV (más de los que la gente puede ver), emisoras de radio, periódicos y páginas web, se le suman otro lote privado.

En muchos foros internacionales y entrevistas a expertos pro-gubernamentales, apelan a un conteo de medios privados y públicos que intenta demostrar que como aún los privados son mayoría, todos esos son críticos al gobierno.

La realidad la conocemos y es muy distinta: los medios privados se han ido domesticando paulatinamente. Cedieron espacios de información y opinión para ampliar sus contenidos de entretenimiento, así no debían atender a la coyuntura del país sino que daban una sensación sostenida de divorcio de la realidad.

Si el Gobierno criticó las comiquitas del 12 de abril de 2002, luego las ansiaba en los canales que intentaran mostrar otra cosa. Así, el espectro de medios privados también está lleno hoy de testaferros gubernamentales y empresarios que "no se quieren meter en problemas".

Lo peor ha sido quienes en la búsqueda del equilibrio informativo terminan anulando sus espacios, porque dejan de ser significativos para la gente. El equilibrio sólo se parece a la calidad periodística cuando se procura y se hace bien.

La superficialidad ha barrido eso. El espectáculo sustituyó a la revolución, la información y la gestión de los disensos.

En la actualidad atravesamos una coyuntura nacional bastante compleja y no tenemos medios audiovisuales preparados para afrontarla. A lo sumo, la prensa hace un buen trabajo, pero cada vez menos gente lee el periódico. El cuento de los medios opresores hoy pocos se lo comen.

LOS NUEVOS ESPACIOS
Por eso resulta curioso que a pesar de la persecución contra las palabras de Henrique Capriles en medios, cuando las cadenas interrumpen sus actos, un gran sector de los ciudadanos hiperconectados apagan la TV, encienden Internet y lo siguen vía streaming.

¿Pero quién es esa gente? ¿Los mueve a la red el ánimo de saber más, el seguimiento a un líder o la diversión de hacerle resistencia al hegemón?

Lo conversamos con la investigadora Iria Puyosa, quien presentó esta semana una ponencia en el Invecom 2013, en el Centro Gumilla de Barquisimeto, y las respuestas fueron así: Los conectados desconfían de los medios masivos. Creen que el gobierno censura a los medios. Por eso, buscan diversificar sus fuentes de información. Usan internet para tener un menú diverso de medios. Revisan todo el espectro (leen Aporrea y ven Globovisión) y buscan información no mediada.

Quieren hacerle preguntas a líderes de opinión y a dirigentes políticos. Quieren testimonios directos. Creen que la difusión de información sobre problemas sociales puede contribuir a resolverlos. No he hecho un estudio específico sobre lo que está ocurriendo con Capriles post 14A. Pero puedo derivar que se trata de ese mismo fenómeno de búsqueda de información que consideran que el gobierno oculta.

Ahora, tengo la intuición de que estamos experimentando un cambio político. Ya no sólo veo en los votantes la racionalidad instrumental, la ideología militante fanática o la conexión emocional con el líder. Me parece que hay un proceso de cambio de valores políticos.

En ese cambio de identidades y consumo informativo es donde se debate la construcción de la sociedad red para este año de escasez de medios audiovisuales libres y el florecimiento de nuevas comunidades informativas en línea.

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