lunes, 2 de mayo de 2011

Sobre la traición

Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Lo esencial de lo que yo oí fue a través del presidente Santos: contó a la prensa que a sabiendas de que en un avión en vuelo de Estocolmo a Caracas iba el bandido (sic) Joaquín Pérez Becerra, miembro activo de la FARC en el extranjero, llamó al presidente Chávez y le pidió que lo detuviera al llegar. Solicitud que éste pronta y solidariamente ofreció cumplir.


Y así, en efecto, sucedió.

Además, como ya va siendo amistosa costumbre, en menos de lo que canta un gallo el bandido estaba, deportado, en manos de la policía colombiana. Lo que se podría considerar un ejemplo egregio de mutua y fraternal confianza entre los dos gobiernos.

Esto es el resultado del tratado de seguridad firmado por los dos presidentes-amigos el año pasado, uno entre muchos, y que ya ha dado unos cuantos frutos en la caza y devolución de bandidos que se pasan a este lado de la frontera. Parte esencial de esa sorpresiva y sólida unión que es para mí mucho más apasionante, intrigante y cinematográfica que la de los duques de Cambridge, que tanta alharaca ha armado.

Rocio San Miguel ha señalado que este significativo episodio da por terminada, fácticamente, la neutralidad que el gobierno de Chávez había mantenido (ni con Dios ni con el Diablo, y en los hechos con el Diablo) desde sus inicios ante ese atroz conflicto y la vuelta a la solidaridad con el Estado colombiano, propia de la vieja república
Esta aguda interpretación seguramente indica acontecimientos de no poca repercusión en el mapa latinoamericano. Por otra parte, los dados al detectivismo político, los que saben lo que nadie sabe, tienen abundante tela donde cortar: Makled, las computadoras de Reyes y otras similares, las destrezas de la diplomacia bogotana y de Santos en especial, Uribe... la pueden pasar muy entretenidos.

A nosotros nos interesa, más bien, la airada y desafiante reacción de los ultras del chavismo y más allá, ante la entrega no de un bandido sino de un patriota, un revolucionario. Pasemos también por alto el hecho de que el asunto tiene una cierta complicación adicional porque el bandido al parecer no es tan exclamativamente bandido y la cancillería hasta se dio un cabezazo con los suecos; y que si esos legalismos los han usado los patria o muerte es pura táctica, bastante contradictoria por cierto. Lo que nos sorprende es la acusación de traición a la moral revolucionaria, nada menos. Y dicho sea de paso también nos parece una táctica poco honesta, si de moral se trata, culpar a Maduro, dedicado al cambio climático y al gerentillo Izarra que poco debe saber de estos rígidos códigos de hombres de acción: si alguna obra es un solo de actuación, la del señor Presidente, es ésta. Si hay algún traidor, el traidor es él. Lo ha dicho con desparapajo.

Nosotros concluimos que si a esto se suma un asunto de mucho mayor calado como es el gran viraje cubano del VI Congreso del PCC, va a quedar una izquierda, de verdad verdad, muy desamparada, sin rumbo y sin plata. Nuestro partido comunista, por ejemplo, al que Chávez le dio un soplo de vida a sus cenizas debería volver a ellas, después de haber hecho acusaciones hasta en la ONU. A lo mejor alguna gente del PSUV, como la Fosforito, se encienden. Y Chávez no debería quedarse con ese remoquete de traidor que es el más terrible para un revolucionario, qué no diría el Che. Total que este relajo ideológico es bien majunche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario