martes, 26 de junio de 2012

Rumbas en el Sambil La Candelaria desvelan a los vecinos

DELIA MENESES |  EL UNIVERSAL
Rumbas que se prolongan durante toda la noche y que acaban a las 6 de la mañana del día siguiente, trifulcas entre funcionarios de la Policía Nacional y damnificados, el ruido de las santamarías que a cualquier hora del día o de la noche se abren para descargar mercancía. Las denuncias sobre la contaminación sónica que genera el refugio Sambil Candelaria se reproducen y aunque ningún ente del Gobierno se hace eco de las quejas, los damnificados ya han recibido varios llamados de atención.


"La Guardia Nacional nos exigió que se cumplan las normas de convivencia porque hay muchas quejas de los vecinos. Aquí pagamos justos por pecadores. Hay muchos que trabajamos y cumplimos las reglas pero otros beben en el refugio y ponen música a todo volumen", dijo una mujer que vive hace 18 meses en el Sambil Candelaria y que pidió mantener su nombre en reserva. La damnificada de Gramovén asegura que la situación ha mejorado y que ahora hay menos bullicio.

Otros problemas; sin embargo, afectan la convivencia en el recinto donde todavía permanecen más de 500 familias. La higiene es uno de ellos. "La limpieza ha desmejorado y los baños son un desastre. En el piso donde vivo hay dos porque uno se dañó (cada uno con varias duchas y letrinas) a los que entran hombres y mujeres, no están divididos".

El otro drama es la inquietud que les causa no saber donde van a vivir. "A todos los que pedimos quedarnos en Caracas nos dicen que vamos para unos apartamentos en Santa Mónica pero esas viviendas también se las han ofrecido a otros refugios. Queremos que nos hablen claro porque ahí no vamos a caber todos", dijo la mujer.

Los que viven cerca del segundo refugio más grande de Caracas lamentan la forma en que ha cambiado su cotidianidad. Katy González precisó que la última "rumba" en el recinto fue el sábado 26 de mayo cuando la música sonó fuerte hasta las 6 am del domingo. Ni siquiera cerrando las ventanas escapaban del bullicio.

Hay damnificados que alegan que la música proviene de jóvenes que llegan con sus carros y los paran enfrente del refugio con los equipos a todo volumen. Milagros Rueda denuncia lo difícil que es caminar en los alrededores del Sambil Candelaria pues las calles y las aceras están tomadas a toda hora por los camiones, de uso oficial, que descargan mercancía.

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