miércoles, 12 de septiembre de 2012

Estrategia del ruido/Simón Boccanegra 12sep12

Todos en la tolda roja están actuando de manera errática, luego de lanzar rumores sobre el plan de gobierno de MUD se ingeniaron que personajes desgastados como David de Lima y William Ojeda aparecieran renunciando a la Unidad y llamando a no votar por Carpiles. En su desespero, el Gobierno ni se ocupa de los detalles. Como dirían por ahí, sus malas intenciones "no pasarán"

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Los últimos días de la campaña de Chacumbele son tan erráticos como lo ha sido su atención a problemas del país. Primero fue lanzar rumores de que el plan de gobierno de la MUD es el capitalismo neoliberal en pasta. Luego, debían buscar voceros "autorizados" para soportarlo.

Entonces apareció David De Lima haciendo el papel, con amplio espacio en medios oficiales, con incluso alabanzas y reconocimientos como "valiente" por candidatos opositores. El exgobernador incluso llamó a no votar por Capriles, en soberana desfachatez de entrega.

Luego aparece William Ojeda, que no dejó de apoyar expresamente a Capriles, pero pidió debate y discusión. Aunque no haya sido una olla montada, por lo menos sirvió para que los del lado rojo hicieran bastante ruido. Porque eso es lo que están haciendo: creando ruido para dispersar votos.

Ayer llegó el tercer lanzamiento, cuatro partidos minoritarios, de maletín, casi inexistentes "retiraron su apoyo a Capriles". Ahora, más allá de exhibir la cara del abanderado en la boleta bajo su tarjeta, ¿qué otro apoyo le dieron? Piedra estuvo en el "bloque del sí" en 2007, apoyando la defenestrada reforma constitucional. Luego saltó la talanquera en 2010 y ahora la vuelve a saltar. Esa piedra es de goma: rebota.

Los demás, PANA, Unidad Democrática y Manos por Venezuela, ¿a quién representan? ¿Cuántos votos suman (o restan)? Al chavismo no le importa, ellos lo que quieren es hacer ruido y jugar a la dispersión del voto, que saben ya mayoritario a favor de Capriles.

Lo que no cuentan es con la tecnología. Si todo sigue normal, cuando alguien marque la cara del candidato unitario en alguna de esas 4 tarjetas, ningún voto será emitido y, por instinto, el elector marcará cualquier otra tarjeta que también muestre al abanderado. En su desespero, el Gobierno ni se ocupa de los detalles. Como dirían por ahí, sus malas intenciones "no pasarán".

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