jueves, 25 de octubre de 2012

Pelota secuestrada/Simón Boccanegra 25oct12

El lunes, una vez más, caímos en cuenta de que aquí las decisiones siguen tomándose igual que en los cuarteles. Desde bien arriba y sin que a nadie se le ocurra sugerir cambios, corregir errores. ¿Acaso no era sabido que la nación beisbolera, lo que es como decir casi toda, estaba pendiente de ese juego secuestrado media hora por una fastidiosa cadena grabada, que en todo caso puede transmitirse en cualquier momento? ¿No sabían los burócratas sobre la expectativa que reinaba ante la posibilidad de tener a nueve peloteros venezolanos en la Serie Mundial? Claro que lo sabían y lo saben, pero les sigue importando un bledo

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
La inoportuna y aburrida cadena del pasado lunes, durante el juego decisivo de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, justo en el momento crucial del duelo, impactó como humeante recta de Félix Hernández en el sentimiento de millones de fanáticos venezolanos al beisbol. Fue algo así como una especie de alevoso y burlón puntapié al trasero de tantos seguidores de este deporte nacional, el mismo que el endiosado comandante dice amar apasionadamente. Pura coba.

Esta innecesaria interrupción del emotivo partido entre Gigantes de San Francisco y Cardenales de San Luis, choque muy esperado por la afición criolla, nos llega como otro tenebroso aviso de que muchas cosas en este país seguirán tal cual estaban antes del 7-O. Se ve que el nuevo gobierno, de cajón, definitivamente de novedoso no tiene nada. Caímos por inocentes en octubre.

Simón Boccanegra, el cronista mayor de esta sección, había plasmado días atrás su esperanza de que ciertos "cambios" recientes en el tren ejecutivo fueran para bien. Esperaba y sugería que en materia comunicacional, por ejemplo, con la designación del periodista Ernesto Villegas como ministro de Información, profesional serio sin rabo de paja, se vieran signos de innovación, señales de apertura.

Qué va. El lunes, una vez más, caímos en cuenta de que aquí las decisiones siguen tomándose igual que en los cuarteles. Desde bien arriba y sin que a nadie se le ocurra sugerir cambios, corregir errores. ¿Acaso no era sabido que la nación beisbolera, lo que es como decir casi toda, estaba pendiente de ese juego secuestrado media hora por una fastidiosa cadena grabada, que en todo caso puede transmitirse en cualquier momento? ¿No sabían los burócratas sobre la expectativa que reinaba ante la posibilidad de tener a nueve peloteros venezolanos en la Serie Mundial? Claro que lo sabían y lo saben, pero les sigue importando un bledo.

No les interesa que la gente planifique llegar temprano a sus casas para ver un partido de pelota y drenar las angustias cotidianas. Nada de eso. Les resbala que ese lunes, por doquier, les hayan mal recordado a sus familiares, que no tienen culpa de nada. Lo único que nos salva del abuso es esperar el último out de este ya largo, tedioso e ineficiente extrainning.

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