viernes, 10 de diciembre de 2010

Otorgan premio Nobel de la Paz a disidente chino

Por Wojciech Moskwa y Walter Gibbs

OSLO (Reuters) - El disidente chino Liu Xiaobo fue reconocido con el premio Nobel de la Paz en una ceremonia en Oslo, que fue rechazada por Pekín como una farsa, y dedicó su galardón desde la cárcel a las "almas perdidas" en la represión de la Plaza Tiananmen en 1989.


El presidente estadounidense Barack Obama, ganador del premio Nobel de la Paz el año pasado, reclamó a China que libere pronto a Liu, de 54 años, que fue condenado a 11 años de prisión en el 2009 por subversión.

En Pekín, la policía reforzó la seguridad en puntos clave, incluyendo la Plaza Tiananmen y el apartamento de Liu, donde se cree que su esposa está bajo arresto domiciliario. Las autoridades tensaron la cuerda sobre los disidentes.

No había indicios de incidentes en la capital china, donde el recuerdo de Tiananmen se ha desvanecido para muchos desde que China ha emergido como una potencia económica y política mundial, al tiempo que mantiene el fuerte control del Partido Comunista sobre la sociedad.

En vez de entregar la medalla y mención Nobel a Liu, simplemente fueron depositados en su silla en la ceremonia en el ayuntamiento de Oslo ante los vítores de los asistentes. Un gran retrato del galardonado, con anteojos y sonriente, colgaba en el lugar.

La actriz noruega Liv Ullmann leyó un mensaje preparado por Liu, quien estuvo muy involucrado en Tiananmen y recientemente ayudó a fundar el grupo reformista Carta 08, para una corte durante su juicio por subversión en diciembre del 2009.

"Yo, lleno de optimismo. espero el advenimiento de una futura China libre. Porque no hay fuerza que pueda poner fin a la búsqueda humana de libertad, y China finalmente se convertirá en una nación regida por la ley, donde los derechos humanos reinen", decía el discurso.

"El odio se puede pudrir en la inteligencia y la conciencia de una persona. La mentalidad del enemigo va a envenenar el espíritu de una nación, incitar crueles luchas mortales, destruir la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultar el progreso de una nación hacia la libertad y la democracia", indicó el mensaje.

UNA CHINA DIFERENTE

Fue la primera vez que un ganador bajo detención no estuvo formalmente representado desde que la Alemania nazi prohibió al pacifista Carl von Ossietzky asistir a la ceremonia en 1935. Varios laureados encerrados o detenidos han sido representados por su familia, pero China no permitió que ningún cercano de Liu viajara a Oslo.

Los mil asistentes se pusieron de pie para una ovación cuando el presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland, llamó a la liberación de Liu.

"Liu dijo a su esposa que le gustaría dedicar el premio de la paz de este año a 'las almas perdidas del 4 de junio'. Es un placer para nosotros cumplir con ese deseo", sostuvo Jagland.

Una China económicamente fuerte, con derechos civiles completos beneficiaría al mundo, pero sin ello estaría en "peligro de que surjan crisis económicas y sociales (...) con consecuencias para todos", vaticinó Jagland.

"Podemos decir en cierto grado que China, con sus 1.300 millones de personas, tiene el destino de la Humanidad en sus hombros", señaló.

China parecía haber bloqueado sitios web de noticias occidentales, como los de la BBC y la CNN, mientras que la prensa estatal no mencionó la ceremonia, más allá de un comunicado condenando el galardón.

La fama de Liu en el exterior no se vio reflejada entre los residentes de Pekín, donde las vidas de millones de personas cambiaron radicalmente desde la represión de 1989 contra los manifestantes a favor de la democracia.

"Todo es diferente ahora desde la revuelta de 1989. Las ideas de la gente han cambiado. China ha cambiado", dijo la empresaria Ma Junpeng. "Las personas como Liu son irrelevantes", sentenció.

Con la continua represión de disidentes en China, cerca de 150 seguidores de Liu que viven en el exterior viajaron a Oslo para participar de la gala en honor a su colega y héroe.

"Liu es el alma de China. Lo sé en mi interior, el pueblo de China no está de acuerdo con este régimen", dijo Flavie Zhang, de 45 años, quien ahora vive en Francia. "Estuve en lágrimas durante la ceremonia", comentó.

Cerca de 40 manifestantes opuestos a Liu realizaron una protesta en Oslo, portando carteles que decían "Liu es un criminal", "Premio de la Paz para China" y "No se inmiscuyan en los asuntos internos de China".

En algún momento, los manifestantes contra Liu empujaron a rivales con carteles de "Liberen a Liu Xiaobo" y posteriormente destrozaron las pancartas de sus rivales.

"Me siento amenazado y entiendo por qué tantos chinos sienten que no pueden salir y expresar su apoyo", dijo Mandy Kan, de 36 años, que nació en Hong Kong y da clases en la Universidad de Oxford.

Xiu Hua, una investigadora que dejó China en la década de 1980, dijo que lamentaba el altercado pero que "el Comité Nobel malinterpretó completamente a China".

El Nobel de la Paz, como tantas otras veces, desató un conflicto diplomático internacional. Este año, China acusó al comité de representar a los intereses de las "arrogantes" naciones occidentales que buscan imponer sus ideas en un mundo poco receptivo.

Pekín, que ejerce una influencia política creciente dado su poder económico, presionó a varios países para que no acudan a la ceremonia del Nobel.

Entre los países que no asistieron se encuentran Rusia, Kazajistán, Arabia Saudí, Argentina, Túnez, Pakistán, Serbia, Irak, Vietnam, Irán, Afganistán, Egipto, Sudán, Cuba, Marruecos y Argelia.

(Reporte adicional de Huang Yan y Ben Blanchard en Pekín, Walter Gibbs, Gwladys Fouche y Mikael Holter en Oslo, editado en español por Gabriela Donoso y Lucila Sigal)

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