jueves, 6 de diciembre de 2012

El espejo de Venezuela/Rocío San Miguel jueves 06dic12


En menos de un mes el país ha ratificado el conocimiento que se tenía del trato cruel, inhumano y degradante que se viene dando a los presos en Venezuela, a través de tres casos emblemáticos que se han dados a conocer

ROCÍO SAN MIGUEL/TalCualDigital
Al privar de la libertad a una persona el Estado asume el compromiso específico y material de respetar y garantizar sus derechos, particularmente los derechos a la vida e integridad personal, los cuales, además de ser inderogables, son fundamentales y básicos para el ejercicio de todos los otros derechos.

La prisión es un lugar donde el Estado tiene el control total sobre la vida de los reclusos y por ende el deber de tomar todas las medidas preventivas para protegerlos de los ataques o atentados que puedan provenir de los propios funcionarios del Estado o terceros, incluso de otros reclusos.

Lamentablemente, esto no se cumple en Venezuela, que ha derivado escandalosamente en situaciones de oprobio y vergüenza en el tratamiento que da a las personas privadas de libertad.

En menos de un mes el país ha ratificado el conocimiento que se tenía del trato cruel, inhumano y degradante que se viene dando a los presos en Venezuela, a través de tres casos emblemáticos que se han dados a conocer: 1) La tortura de la que está siendo objeto Iván Simonovis en los calabozos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, a quien solo se le han permitido tener contacto con el sol por 13 días en 8 años. 2) La violación de la que fue objeto la juez María de Lourdes Afiuni en el Instituto Nacional de Orientación Femenina. 3) La brutal tortura a "batazos" de la que son objeto los reclusos de la Comunidad Penitenciaria de Coro, denuncia realizada por Carlos Nieto, director de la ONG Una Ventana a la Libertad, a través de un video difundido ayer en youtube http://youtu.be/ePoiEoL63Qw

"No puede juzgarse a una nación por la manera en que trata a sus ciudadanos más ilustres, sino por el dispensado a los más marginados: Sus presos". Eso dijo Nelson Mandela en una oportunidad. Una frase que debe ponerse de relieve frente a la oprobiosa situación carcelaria en Venezuela, que debe cesar.

Ya basta de arrogancia y cinismo desde el poder frente a la situación de las cárceles en Venezuela. Ya basta de amenazas contra quienes denunciamos estas escandalosas condiciones de los privados de libertad. Solo en los países totalitarios o comunistas estas situaciones son irreversibles.

En democracia, frente a la tortura cometida por agentes del Estado, los presidentes y ministros piden perdón a un país, respondiendo también los resortes naturales de contrapeso institucional de un Estado, encarnado en jueces y fiscales autónomos o parlamentarios comprometidos con los derechos humanos sin importar su tendencia política.

El próximo lunes 10 de diciembre se conmemora en el mundo entero el día internacional de los derechos humanos. Una buena oportunidad para que el poder pida perdón y dejen las cárceles de ser el espejo de Venezuela, país donde se viola, se asesina, se tortura, y opera la delincuencia organizada y las más cruda realidad de lo que somos como país.

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