miércoles, 17 de abril de 2013

El triunfo de Capriles/ editorial Tal Cual miércoles 17abr13

Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
No puede haber la menor duda de que Henrique Capriles ha logrado una de las hazañas electorales más notables que se recuerden en el país.  En unas cuantas semanas logró pasar de un abismo de por lo menos quince puntos de diferencia con su contendor a igualarlo prácticamente, si no es que lo derrotó, como sostiene mucha gente que pide un muy razonable reconteo de votos, ahora con cacerolazos sin precendentes y en las calles que ha hecho suyas, para sorpresa de los que se creían sus propietarios naturales y a perpetuidad porque se suponían “el pueblo”.


Y lo logró, dejemos por ahora el problema en incierto desarrollo del cuestionamiento de los resultados finales, enfrentado al inescrupuloso poder de un Estado maula, a las complicidades oscuras de un CNE sin honestidad ni decoro y al uso chantajista de la muerte de Hugo Chávez, con la que quiso no sólo crear el más insólito y estrafalario clima emocional sino poner un bozal, el respeto al difunto y a sus deudos y seguidores, a toda crítica a su nefasto gobierno y a los desastres, mentiras y manipulaciones de sus herederos políticos.  Un David solitario que levantó la voz en el momento debido, que alzó el ánimo de un país opositor deprimido y silenciado como pocas veces, a punta de un carisma ya indubitable y un discurso justo, claro y corajudo, que llenó de seguidores fervorosos las calles del país.

Y creció y creció a una velocidad pasmosa hasta llegar a adquirir las dimensiones con que lo pinta estupendamente Weil en su caricatura de ayer, en la misma proporción en que se empequeñecía el muy armado Goliat que se suponía invencible.

Basta recordar que le arrebató al contrincante casi un millón de votos que habían sido chavistas el 7 de octubre, apenas ayer.  Eso es ya historia, historia buena.

Pero Capriles logró algo más importante que ser estupendo candidato, al fin y al cabo las elecciones son una coyuntura, sino el más permanente logro de hacer de un auténtico liderazgo nacional, sin duda es hoy la voz mayor que hay en el país.

Si se quiere una prueba de esto analícese su pronunciamiento del lunes pasado llamado a llevar en paz, dentro de los cánones democráticos y una determinada agenda, con acciones de calle y objetivos muy precisos, el justo reclamo por la transparencia electoral; poniendo así un oportuno y pertinente dique a las posibilidades de que la violencia se adueñara de la ira del pueblo ante el atroz ventajismo comicial impube a que ha sido sometido durante tanto tiempo.

Líbrennos, los dioses y los pajaritos, de abogar por nuevos caudillos, de eso estamos hasta la coronilla, pero no podemos sino saludar que una oposición que vio destruir sus instrumentos políticos tradicionales, los partidos, que ha logrado al fin alcanzar ese otro fenómeno estupendo y decisivo que es la unidad, tengo ahora un vocero muy recio que pueda darle coherencia y metas razonables.

A esto habría que sumarle, sin duda, la debilidad congénita del Ungido, bien llamado del matavotos, que perdió ya gran parte de su heredad electoral, cuyo discurso tartamudeante, obsesivamente necrófilo y delirantemente cursi no mueve a nadie y cuya calidad de estadista parece no ir ni a la esquina, para terminar de entender el papel primodial que Capriles está llamado a jugar en el futuro.  Lo que saludos, compañero Henrique.

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