lunes, 22 de abril de 2013

La orden vino de afuera

La decisión de auditar las 12 mil cajas que el CNE "olvidó" contar se logró por presiones de EEUU y Brasil, revela The Wall Street Journal. La subsecretaria de Estado para América Latina, Roberta Jackson dice que a la Casa Blanca no le interesa una disputa con Maduro para saber “quién orina más lejos”.

MARIO SZICHMAN/ Especial para TalCual

La decisión de auditar las 12 mil cajas que el CNE "olvidó" contar se logró por presiones de EEUU y Brasil, revela The Wall Street Journal.

Algunos medios periodísticos norteamericanos optaron por comentar la atmósfera de circo que rodeó la juramentación del nuevo presidente de Venezuela Nicolás Maduro. Otros, en cambio, empezaron a consultar a sus fuentes, y descubrieron que en Venezuela se logró frenar un veloz descenso al abismo gracias a la solapada intervención de dos potencias, una regional, Brasil, y otra mundial, Estados Unidos, con el respaldo de Unasur.

El diario The New York Times dio amplia cobertura al espíritu jocoso que animó la asunción de Maduro. Tras aludir al “carnaval–mirrorworld of Venezuelan politics” (el mundo de la política venezolana, con atmósfera de carnaval), mencionó a ese extraño personaje vestido con chaqueta roja que atravesó raudamente el estrado, empujó a un costado al presidente presuntamente electo y lanzó algunos gorjeos en el micrófono.

Maduro, que al igual que su extinto mentor se la pasa todo el tiempo aludiendo a supuestos magnicidios urdidos por la oposición, dijo que la seguridad en el recinto había fallado de manera estrepitosa, y que podrían haberlo asesinado.

En cambio, The Wall Street Journal prefirió cut to the chase, ir directo al grano, y descubrir por qué el gobierno chavista decidió finalmente acatar el pedido del candidato presidencial opositor Henrique Capriles Radonski, y permitir un recuento de un 46 por ciento de los sufragios emitidos el 14 de abril.

Todo se debió, dijo el periódico, a los esfuerzos diplomáticos de nuevas potencias regionales, incluida Brasil, que contó con Estados Unidos “en un papel activo aunque interviniendo desde la trastienda”.

FRENANDO LA DEMENCIA
Funcionarios brasileños y de otros países cabildearon en recientes días para convencer a Maduro “que cediera su posición de línea dura y aceptara un recuento de los votos como una manera de fortalecer la credibilidad de la elección”, dijo John Lyons, corresponsal de The Wall Street Journal en una nota fechada en San Pablo.

El propósito, indicó Lyons, era “ayudar a calmar las protestas en las calles por parte de votantes opositores que consideran amañada la elección”.

Los esfuerzos de funcionarios de varios países culminaron el 18 de abril durante la reunión de emergencia en Lima de Unasur, un foro de seguridad latinoamericano. Maduro llegó a la reunión, dijo el periódico,  llevando consigo la propuesta para el recuento de votos.

Con excepción de Cuba, dijo The Wall Street Journal, Brasil es el único país de América Latina que mantiene “una comunicación regular” con el nuevo presidente venezolano.

Y Estados Unidos está apostando a Brasil para que, al igual que en la década del setenta, cuando Henry Kissinger era secretario de Estado, se convierta en la polea de transmisión de su política regional.

El gobierno del presidente Barack Obama ha ido mejorando sus lazos con Brasil, luego que sus relaciones llegaron al punto más bajo en el 2010, a raíz del golpe de Estado en Honduras y a la decisión del Gobierno colombiano de rentar bases a las fuerzas armadas norteamericanas.

En el 2011 Obama visitó Brasil, y este año Dilma Rousseff realizará una visita oficial a la Casa Blanca, la primera por parte de un jefe de Estado de Brasil.

“Diplomáticos estadounidenses creían que un recuento de votos podía desactivar las tensiones en Venezuela”, dijo el diario, “y presentaron su caso ante los diplomáticos brasileños en el curso de la semana pasada”.

PREOCUPACIÓN EN WASHINGTON
A Estados Unidos le preocupa una Venezuela al borde del barranco. Y su mediación parecería demostrarlo. Después de todo, a Washington le interesa más recibir petróleo de una nación cercana, como Venezuela, que lejana y en guerra civil, como varias del Medio Oriente.

No importa su sistema político. Basta para verificarlo con observar los regímenes que controlan la mayoría de los países de la OPEP. Hay que negociar con ellos poniéndose un broche en la nariz.

Es de hacer notar que en esta ocasión, lo que dijo Estados Unidos en público lo rubricó en privado. Como señaló John Paul Rathbone en The Financial Times,  el secretario de Estado norteamericano John Kerry indicó que un recuento de votos en Venezuela contribuiría a brindar confianza a la victoria de Maduro. Y las gestiones que Estados Unidos realizó en privado lo demuestran.

Resulta también interesante ver cómo el Gobierno venezolano suele hablar al mismo tiempo por los dos costados de la boca.

El mismo jueves en que esas gestiones dieron fruto y contaron con el aval de Unasur, Maduro dijo que “existe contra Venezuela una permanente conspiración incitada por Estados Unidos”,  e insistió en que su gobierno, que es incapaz de frenar a un potencial homicida a escasos metros de su persona, o derrotar la inflación, el desabastecimiento y el ridículo, había “derrotado” otro intento de golpe.

Entretanto, el Gobierno norteamericano observa desde la trastienda el tembladeral en que se ha convertido Venezuela, evitando confrontaciones con el Palacio de Miraflores.

Como dijo, con inusitada franqueza, Roberta Jackson, subsecretaria de Estado para América Latina: “Si me disculpan la expresión, no tiene sentido continuar una disputa con Nicolás Maduro para ver quién orina más lejos, del mismo modo en que resultaba inconveniente hacerlo con Chávez”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario