viernes, 11 de abril de 2014

Volando a ciegas

Datos fundamentales de su desenvolvimiento económico, y por ende, social, tienen meses desaparecidos de la información que el gobierno está obligado a proporcionar para que los distintos sectores económicos y sociales sepan a qué atenerse

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Este país está volando a ciegas. Datos fundamentales de su desenvolvimiento económico, y por ende, social, tienen meses desaparecidos de la información que el gobierno está obligado a proporcionar para que los distintos sectores económicos y sociales sepan a qué atenerse.

Los responsables de esa desinformación son, vaya paradoja, los encargados de recolectar y elaborar esos datos para hacerlos del conocimiento público.

Nos referimos, desde luego, al Banco Central de Venezuela, al Instituto Nacional de Estadísticas y a los ministerios de Finanzas, y Energía y Petróleo.

Este diario publicó el miércoles pasado un trabajo la mar de interesante, del economista José Guerra, en el cual se presentan los atrasos que experimentan en su salida al público los rubros decisivos de la actividad económica, así como los organismos públicos responsables de esa inaudita situación, que nos coloca incluso por detrás de Haití en cuanto al suministro de tan vitales datos.

El Banco Central de Venezuela, principal fuente de estadísticas, presenta en cuanto al PIB, la Producción Industrial, las Ventas Comerciales, la Balanza de Pagos y el Índice de Inflación (conjuntamente este último con el Instituto de Estadística) hasta seis meses de atraso y un mínimo de dos y tres meses en tres de los sectores.

Destaca el atraso de seis meses en la presentación de los vitales datos de la producción industrial y de las ventas comerciales, que tanto atañen a la vida diaria porque tienen que ver con el consumo, en particular de alimentos y ropa.

Sabemos que hay escasez, pero desde hace dos meses no sabemos a cuánto monta. Pero el colmo es que el Ministerio de Energía y Petróleo, en este país petrolero, tiene un año de atraso en cuanto a sus estadísticas.

Por supuesto, volar a ciegas es correr el riesgo terrible de una caída, que es lo que pareciera estarnos esperando a la vuelta de la esquina si no hay rectificación.

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