lunes, 2 de abril de 2012

Socialismo de verdad

Lo que nos iguala a todos en este país es la delincuencia, la inseguridad. Imagínense que ayer se reportó que al mismísimo progenitor del ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami, le robaron el carro. Así como lo oye. Lo bajaron de la mula, pues. Unos malandros le “expropiaron” el vehículo al señor. La sensación de inseguridad le llegó a la familia del ministro

SIMON BOCCANEGRA/TalCualDigital
El gobierno de Chacumbele lleva 14 años vendiendo igualdad, y unos 7 años vendiendo el socialismo, casi como una marca. Pero el balance luego de más de una década no es ni tan igualitario ni tan socialista.

En Venezuela se ha profundizado la desigualdad. Los gordos, millonarios, poderosos que visten de rojo rojito y se visten de pueblo pero con marca Gucci, contrastan con los que andan pelando porque apenas pueden estirar el ingreso precario, surgido de empleos informales, cuando tal cosa existe.

Y el socialismo, bueno, qué quedará para el resto del país si los propios trabajadores de Pdvsa, la estatal que sostiene y financia los desmanes chavistas, denuncian que la empresa se comporta con métodos groseramente capitalistas. Ni hablar que allí están planeando cotizar en la bolsa de Hong Kong. Más capitalismo imposible.

Ahora, lo que sí se socializa y nos iguala a todos en este país es la delincuencia, la inseguridad. Imagínense que ayer se reportó que al mismísimo progenitor del ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami, le robaron el carro. Así como lo oye. Lo bajaron de la mula, pues. Unos malandros le “expropiaron” el vehículo al señor. La sensación de inseguridad le llegó a la familia del ministro.

Lanzaron al Cicpc como locos a la calle. Dicen que para recuperar el carro, aunque deben estar es cazando a los malhechores para darles sus coquitos. Luego salió el ministro a desmentir la especie de la única manera que sabe hacerlo, insultando. La cosa diera risa, sino fuera porque no es más que el signo de los tiempos, como dirían los pseudointelectuales de mesita de café.

Lo cierto es que los verdaderos agentes de la igualdad, del socialismo, son los malandros en las calles. Ellos sí quitan las barreras sociales y económicas y nos las cambian por un letrero colectivo, el de víctimas del hampa.

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