miércoles, 11 de diciembre de 2013

Encuentro entre Castro y Obama genera optimismo y fuertes críticas

JIM WYSS/JWYSS@MIAMIHERALD.COM
Un apretón de mano entre dos líderes mundiales es normalmente un evento irrelevante, a menos que los personajes involucrados representen a dos viejos enemigos de la Guerra Fría con una larga y controversial historia.


El presidente Barack Obama y el gobernante cubano Raúl Castro se saludaron brevemente el martes al encontrarse en el funeral de estado del presidente sudafricano Nelson Mandela, y el encuentro generó titulares a nivel mundial, y expresiones de rechazo en el sur de la Florida.

Las dos naciones no han tenido relaciones diplomáticas desde 1960 y esta es únicamente la segunda vez que se sepa que los gobernantes de Estados Unidos y la isla comunista se han dado la mano.

Al preguntársele sobre el histórico apretón de manos, Castro dijo a la estación de radio colombiana FM Colombia dijo que era “normal”.

“Somos personas civilizadas”, dijo.

Mientras Obama subia los escalones del FNB Stadium en Soweto, donde tuvo lugar la ceremonia, él se topó con el anciano Castro, quien estaba de pie junto a la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Los dos hombres sonrieron, se dieron la mano y al parecer intercambiaron unas pocas palabras.

El encuentro entero duró menos de 10 segundos.

“Hubiera sido muy interesante que un lector de labios pudiera descifrar lo que Raúl estaba diciéndole a Obama”, dijo Francisco Hernández, el presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana. “Aparte de eso, no creo que fuera realmente nada significativo”.

El encuentro al azar tiene lugar en medio de un momento en que se están tomando pasos modestos hacia un acercamiento EEUU-Cuba, incluyendo una mayor cooperación en la interdicción de drogas, los rescates en alta mar y la planificación para los casos de derrame de petróleo, dijo Geoff Thale, encargado del programa de Cuba en la Oficina sobre América Latina en Washington.

“En ese contexto, [el apretón de manos] es una señal modesta pero positiva”, dijo. “No creo que la gente deba andar leyendo demasiadas cosas en esto; el embargo no se va a acabar mañana”.

La Casa Blanca dijo que el encuentro no había sido planificado, y no fue más allá de un “intercambio de saludos”. Obama pasó a estrechar la mano de docenas de otros jefes de Estado en la ceremonia, la cual atrajo a más de 90 mandatarios de todo el mundo.

Pero la imagen de los dos rivales encontrándose en el funeral de Mandela –quien ganó su renombre como pacifista– encontró una gran resonancia.

El periódico británico The Telegraph lo llamó “histórico”, y el ex presidente Jimmy Carter dijo a CNN que había sido “algo significativo”, y que él esperaba que fuera “un presagio del futuro”.

En una columna en el website Cubano1erPlano.com, el analista Jorge Gómez Barata, radicado en La Habana, dijo que Mandela estaba mediando desde el más allá.

Para conseguir que los mandatarios de estas dos naciones históricamente en pugna se encontraran en un mismo escenario, escribió Gómez, “fue algo que solo un estadista excepcionalmente sabio como Mandela podía lograr”.

Desde que asumió la presidencia en el 2009, Obama ha estado tratando de mejorar los lazos con Cuba, relajando las restricciones de viaje y reconociendo las medidas de La Habana para liberalizar su economía.

Durante una reciente visita a Miami, Obama dijo que Estados Unidos necesita ser “creativo” y “cuidadoso” mientras pone al día su política de la era de la Guerra Fría, y el secretario de Estado John Kerry se ha hecho eco de esa idea.

En su discurso del martes en la ceremonia, Castro dijo que él estaba listo para negociar “con aquellos que piensan de forma diferente”.

Pero grandes obstáculos persisten: Washington mantiene un agobiante embargo económico a la isla, y Cuba ha mantenido al contratista de Estados Unidos Alan Gross en la cárcel por más de cuatro años.

Y, sea cual fuere la buena voluntad generada por el apretón de manos, fue enfriada por las acusaciones hechas desde el podio.

Durante su discurso, Obama se refirió a Mandela usando el nombre que le diera su clan Xhosa y criticó a las naciones que, como Cuba, “alegan solidaridad con la lucha por la libertad que llevó a cabo Madiba, pero no toleran el disentimiento entre sus propios pueblos”.

Como si hubiera estado esperando una señal, Cuba arrestó a más de una docena de activistas por los derechos humanos el martes, durante protestas llevadas a cabo para conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Como era de esperar, el encuentro en Sudáfrica molestó a algunos en este hemisferio.

“Es nauseabundo y descorazonador ver al presidente Obama estrechar la mano de Raúl Castro, quien representa a una de las dictaduras más represivas del mundo”, dijo la representante federal Ileana Ros-Lehtinen, republicana de Miami, en un comunicado. “Es desafortunado que los líderes de la oposición de Cuba, quienes arriesgan constantemente su salud y su bienestar en aras de sus derechos humanos más elementales, se vean desalentados por el reconocimiento dado por el Presidente al opresor de ellos”.

El senador federal Marco Rubio, republicano de la Florida, dijo al periódico The Hill que “si el Presidente iba a estrecharle la mano, debía haberle preguntado sobre esas libertades elementales con las que se asocia a Mandela y que son denegadas en Cuba”.

Y Rosa María Payá, hija del disidente cubano Oswaldo Payá, quien murió en un misterioso accidente automovilístico el año pasado, criticó duramente a Obama por “saludar al dictador y al probable asesino de mi padre”.

Pero el hecho de que Obama diera su reconocimiento a Castro, a pesar de saber que sería criticado en su propio país, “es tal vez una señal reveladora de que él podría estar dispuesto a continuar implementando pasos pequeños y graduales hacia las relaciones con Cuba aun cuando le cueste algún apoyo político”, dijo en un comunicado Peter Schechter, director del Centro Adrienne Arsht de América Latina del Consejo Atlántico.

Pero, algunas veces, un apretón de manos no es más que un apretón de manos.

En 1959, el entonces vicepresidente Richard Nixon estrechó la mano de Fidel poco después de que el cubano subiera al poder. En el 2000, el presidente Bill Clinton dio también un apretón de manos al dictador en la ONU. Y en el 2009, Obama estrechó la mano del difunto presidente venezolano Hugo Chávez. Ninguno de esos encuentros marcó un cambio radical en sus relaciones diplomáticas.

“Yo no podía salir huyendo para evitar encontrarme con él”, explicó Fidel Castro luego de ese encuentro del 2000 con Clinton, de acuerdo con la agencia noticiosa AFP. “Lo mismo que con todos los demás, yo me detuve por unos segundos y, con completa dignidad y cortesía, lo saludé… Hubiera sido extravagante y descortés hacer cualquier otra cosa”.

El Nuevo Herald

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