miércoles, 22 de febrero de 2012

Disfraces gastados/Simón Boccanegra 22feb12

En el Gobierno viven disfrazados de manera permanente, aunque sus máscaras estén cada vez más ajadas. La careta de la corrupción fue una de las que más rápido se les cayó

SIMÓN BOCCANEGRA/NDO/TalCualDigital

Disfrazarse en Carnaval es toda una tradición. Sin embargo, hay quienes viven disfrazados de manera permanente, aunque sus máscaras estén cada vez más ajadas y pierdan capacidad para engañar. Veamos al proceso y sus múltiples caretas. Cuando dieron el golpe de Estado de 1992 comenzaron su enmascaramiento asegurando que luchaban contra la corrupción, contra los cogollos y la falta de democracia.

A partir de 1999, disfrazaron sus intenciones en una nueva Constitución, pero el mogote se les está viendo cada día más clarito. En primer lugar, le cambiaron el apellido a la democracia y la llamaron participativa. Todos sabemos que Esteban tiene una particular versión de lo que es la participación, que se reduce a la notificación que le hace al país y a los militantes de su partido de las decisiones que toma él solito.

En cuanto a los cogollos, no dudamos de su existencia y actuación en la era preChacumbele, pero en ese tiempo estaban integrados por dos personas por lo menos, ahora el Caporal se despacha y cobra el vuelto. Otra de las caretas que se pusieron fue la de los cinco poderes. Les parecían pocos los tres que existían hasta 1998 y crearon el Electoral y el Moral. Hay demasiados ejemplos de cómo estos poderes son pura comparsa, pero de la mala.

La última actuación del TSJ en relación con los cuadernos de las Primarias lo confirma. La máscara de la corrupción fue una de las que más rápido se les cayó. El Plan Bolívar 2000 fue un dechado de malas prácticas administrativas. Esa comparsa es una de las más numerosas del proceso, entre sus integrantes hay un maletín mal disfrazado en Buenos Aires, y unos contenedores de comida que perdieron sus máscaras a causa del mal olor que despedían.

De más está decir que ninguno de sus integrantes ha pagado por su mal proceder. Otra careta que no engaña a nadie es la de la transformación de la economía venezolana de rentista a productiva. Dependemos cada día más del petróleo cuya exportación representa 95 de cada cien dólares que recibe el país.

La productividad se ha incrementado pero en Brasil, Uruguay, Argentina y otros países “aliados”. Este mal Carnaval está por acabarse. El 7 de octubre es su octavita.

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