miércoles, 22 de febrero de 2012

LA CARRASQUERADA

Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Con tan truculento neologismo pretendemos designar sintéticamente la serie de episodios harto grotescos, canallescos y divertidos que conforman la respuestas que dio el Gobierno al triunfo de Capriles Radonski y, sobre todo, a los imprevisibles 3 millones y tanto de electores que sufragaron en unas primarias, que los bolivarianos suponían el comienzo de la definitiva quiebra electoral de la unidad democrática y su consecuente irreversible depresión.


Hubo de todo. El inicial silencio del Caudillo. Las cantinfléricas explicaciones de los pobres elegidos para tan ardua tarea. Desde el académico de La Hojilla, que al fin y al cabo estaba en lo suyo, hasta el presidente de la Asamblea o el ex presidente del CNE, quien no sólo se manchó el traje de alcalde sino lanzó nuevas sombras sobre su ya sombrío pasado como árbitro electoral.

Ya hemos hecho el recuento de algunos de sus sofismas y contradicciones, no insistiremos.

Pero subrayaremos un punto especial que Esteban remató con todas sus letras: se llevaron en los cachos a Tibisay Lucena, la cual replicó con suficiente claridad y habló hasta de campaña oscura contra la honorabilidad del Poder Electoral y, ciertamente, no se refería a los opositores con quienes había convivido en amorosa paz y les dio un sonoro aval. Esto va a tener consecuencias y es, además, la única muestra en 13 años de la deseada separación de poderes, así ésta haya sido producto de un momento de comedia de equivocaciones.

Luego hubo el grandioso insulto presidencial vestido con un espantoso traje universitario, paradójico en su condición de hombre de cuarteles.

Con tanta ansiedad retó a su rival a caerse a pescozadas que le dio oportunidad a éste de contestarle con silencios e ironías y salió María Corina a decirle que se saliera para el medio. Y le dijo cochino (¿marrano?, ¿racismo?), algo sumamente extraño porque Capriles es un sujeto bastante flaco y atlético, lo cual hace poco atinado el mote. Lo ha podido llamar armadillo o cerbatana si de invocar el mundo animal se trataba. Y dado lo obeso que está el iracundo la cosa podría resultar un búmeran australiano.

Aparece el TSJ. No es nada nuevo su servilismo, pero en este caso la cosa resultó peor porque fue bufo además de rastrero. Hicieron una inédita y barroca maniobra que se inhabilitó a sí misma instantáneamente. El titular de hoy es en honor del ejecutante de la inejecutable. La verdad es que resultó un desacato al máximo tribunal, pero fue el destino el que le sacó la lengua. Por fortuna llegó Carnaval y parece que pasamos la página. Ahora se trata de intensificar los ataques al candidato.

El primero fue notable, ceresoliano auténtico. Capriles es judío y por ende torvo. Antisemitismo duro, nazi pues, y en la Radio Nacional de Venezuela. José Vicente dice que no hay que preocuparse porque IVAD le da unos numeritos preciosos al Jefe y, como se sabe, encuesta mata votos, así sean 3 millones. Díaz Rangel, haciendo una piratísima comparación con Perón, dice más o menos que Capriles es un agente enviado por los gringos con la misión muy precisa de acabar con el proceso y, seguramente, modificar las pautas de publicidad oficial. Eso después de recordar la independencia y objetividad de su columna, como demuestra su defensa del gobierno popular y humanista de Siria.

El plomo es grueso, pero a lo mejor en demasía para el nuevo gusto reinante.

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