jueves, 10 de mayo de 2012

El celular está de más en la mesa

Su uso indebido perjudica las relaciones y puede causar rompimientos
GIULIANA CHIAPPE |  EL UNIVERSAL
Una pareja sale a cenar y en la mesa ya no son dos, sino tres o cuatro. Los teléfonos celulares, inoportuna compañía, han logrado alterar la socialización y la forma de comunicación entre humanos.


La mala costumbre de mirar más a la pantalla del celular que a los acompañantes se ha masificado entre chicos, adultos e, incluso, personas mayores. Pero no es normal ni correcto. Y puede llegar a ser la causa de un rompimiento o de un fracaso de pareja.

A Lorenzo Campins, master life coach, especialista en reinserción de solteros y divorciados (www.unocoaching.com), el uso del teléfono inteligente en la mesa le parece tan inadecuado que lo incluyó en la lista de errores graves a evitar sobre todo en las primeras tres citas. "La persona puede estar interesada en quien está conociendo pero, si usa con insistencia el celular, le transmite el mensaje equivocado", dice Campins.

Para el profesor Alberto Soria, especialista en gastronomía y mesa, incluyendo el buen comportamiento, el uso adictivo del celular revela "la soledad de la sociedad comunicada".

"Usar el celular es no tener modales, no respetar al otro e ignorarlo. Le transmite que las llamadas son más importantes y que, por eso, coloca el teléfono al lado de los cubiertos", expresa Soria.

En sus incursiones a restaurantes, Soria ha observado tres escenarios recurrentes: Uno habla por su móvil, el otro se queda solo; los dos hablan por celular mientras el mesonero espera que le digan qué van a comer o qué vino escogerán y, por último, el comensal que tiene dos celulares sobre la mesa escribe en ellos y quien tiene en frente no sabe qué hacer.

A Álvaro Benavides, experto en comunicación y autor del libro Comunicación persuasiva (www.persuadir.net) le parece "fantástico que el ser humano amplíe hasta el infinito los instrumentos para comunicarse con los demás pero el uso inadecuado de los medios puede tener efectos perniciosos para una parte de la audiencia". Es cuestión de criterio pues, como ejemplifica Benavides, "a nadie se le ocurre llevarse un libro a una cena con otra persona".

"La gente debe entender que en un acto de comunicación lo que importa es el otro", alerta. Sin embargo, Benavides no culpa sólo al dueño del aparato: "Al interlocutor también le corresponde intentar ser más interesante que el móvil", sentencia.

Si el uso intenso del celular en la mesa es la "soledad de la sociedad comunicada", como dice Soria, también puede significar la soledad de la vida 1.0. Que lo diga Lorenzo Campins: "La posibilidad de desarrollar una relación se da en los tres encuentros iniciales. Si la primera impresión no es buena, no habrá segunda cita. En esas tres primeras salidas hay que cuidarse muchísimo y estar pendiente del pin o del mensajito envía el mensaje de que la otra persona no es lo prioritario", puntualiza.

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