lunes, 7 de mayo de 2012

Sin Chávez nada...

Jamás una frase prefabricada por jalabolas de profesión tuvo tanta vigencia. Los múltiples autores, porque muchos se la atribuyen en la desesperación por demostrar lo que no sienten, nunca pensaron que la vigencia sobrevenida plantearía un problema existencial

LUIS CHUMACEIRO/TalCualDigital
Jamás una frase prefabricada por jalabolas de profesión tuvo tanta vigencia. Los múltiples autores, porque muchos se la atribuyen en la desesperación por demostrar lo que no sienten, nunca pensaron que la vigencia sobrevenida plantearía un problema existencial. De velda develda, como dirían los amigos cubanos, sin el líder de Barinitas ellos no son nada.

Pasará mucho tiempo para que aparezca otro líder de la talla de Chávez. Pocos han sabido armar una montonera y la han convertido en un instrumento letal para destruir un país con tanta eficiencia. Si acaso Boves. Solo la muerte impidió que siguiera recorriendo la sabana acompañado de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Los que lo subestiman no acaban sino derrotados. No voy a enumerar la larga cadena de cadáveres que ha dejado en su devenir político. Me limitaré a describir una jugada criticada de la forma más superficial. Me refiero a la constitución del Consejo de Estado.

¿Qué puede motivar que se active esa figura después de 12 años de mora? ¿Será que ahora en su agonía busca consejo? Fíjense en un detalle, el tema surge cuando los rojos se han convencido de que deben pensar en la sucesión. Aparecen personajes como Maduro, Jaua, Diosdado o Rangel para llenar el vacío.

Y yo les tengo que confesar algo, después de años sin hablar con el hombre, accedí a conversar con él. Lo que narraré fue lo que me contó. Como nadie va a creer lo que les diré aquí, no cometo infidencia alguna. Simplemente me divierto, como siempre.

Después del "tú sí te has engordado" de rigor, el hombre de todas las horas comenzó la faena: "Tú entenderás que después de años de lucha, tantos sacrificios, lo que he construido no es para dejárselo a José Vicente".

"El problema que tengo es que ya escogí al hombre", me adelantó; "pero debo prever las reacciones internas que producirá la designación". Siguió justificando una decisión de la cual no parecía muy seguro; y yo lo único que quería era oír el nombre del sucesor. Cuando le iba a pedir que concretara, soltó lo que tenía que decir: "Voy a nombrar a Arreaza como vicepresidente...".

Creo que se sorprendió al ver que yo no me sorprendía; al contrario, en forma inmediata, le manifesté que era la mejor elección que podía hacer. El yerno es el yerno, padre de su nieto, protector de su propia familia. Es un desconocido muy conocido. Pasó exitosamente por varios cargos hasta llegar a ministro. Tiene el nivel académico, dirigió Fundayacucho y es ministro de Ciencia y Tecnología. No tiene resistencias. Además, después de Adina Bastidas, Carrizález, Jaua, ¿quién puede objetarlo?

Un paso lleva al otro. Jaua se tiene que ir porque es candidato a la derrota en Miranda. Su salida está anunciada desde hace tiempo. Chávez me comentó, no sin cierta ironía: ¿Te acuerdas como me quité de encima a Peña, Miquilena y a Puchi dándoles la patada pa’rriba a la Constituyente?

Yo nombro a Arreaza como vicepresidente y la gente se acostumbra a que dirija al país sin ningún inconveniente. El problema es: ¿cómo le doy entidad en la eventualidad de una permanencia indefinida? La respuesta me pareció evidente y simple: Déjalo gobernar.

Juraméntalo como Presidente encargado. Que asuma con vigor la presidencia del Consejo Federal de Gobierno y que desde allí pacte con los gobernadores. Lo más importante, que no se vea solo.

Instala el Consejo de Estado para darle respaldo político. Inclusive, nombra en ese cuerpo al conspirador más conspicuo, el que puede crearle problemas. Designa a sus peores enemigos para que se le sometan, como hizo Gómez, al principio, hasta la definición de 1914.

Él hombre se quedó en silencio. Me miró y sonrió: "Espero que, como acostumbrábamos, nadie conozca esta conversación". Me pareció tan simpática la despedida. Le replique: No te preocupes, si escribo esto en Tal
Cual , nadie me va a creer, al menos hasta que designes a Arreaza. "Entonces, cuéntalo todo, pero no menciones a José Vicente". Segurísimo, no mencionaré su nombre, palabra de Chumaceiro.


                                                                                                                                                                    luischumaceiro@yahoo.fr

                                                                                                                                                                                @luischumaceiro

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