jueves, 9 de agosto de 2012

Embajada bajo sospecha

Sexo, mentiras, drogas, Y tal vez videos. El asesinato de la encargada de negocios de Venezuela en Kenia es monitoreado ahora por la prensa mundial. A dos meses de las elecciones, la intriga internacional puede dañar las posibilidades de reelección de Chávez.

MARIO SZICHMAN/TalCualDigital

Revise el lector de TalCual la prensa internacional: en las principales capitales del mundo, una información rompe el molde de las noticias de primera plana. Más allá de la campaña electoral en Estados Unidos, de los escándalos bancarios, de las matanzas en Siria, como esas boyas enganchadas a anzuelos con carnadas, que se hunden y vuelven a flotar tras cada arremetida de un pez, la noticia que sigue reemergiendo en los periódicos es el asesinato de la embajadora interina de Venezuela en Kenia, Olga Fonseca.

Y excepto por los videotapes, que aún no han aparecido, el escándalo se nutre de todos aquellos elementos que pegaron a las pantallas a millones de telespectadores durante los días de gloria de la serie Dallas : sexo y drogas.

Como se recordará, Olga Fonseca Giménez, de 57 años de edad, asumió el pasado 15 de julio el cargo de embajadora interina de Venezuela en Nairobi, Kenia, para reemplazar al embajador Gerardo Carrillo Silva, quien huyó de la nación africana tras ser acusado de hostigamiento sexual por tres empleados de su residencia. La intención de Fonseca era poner orden en la embajada. Y eso le costó la vida.

EL DESPARRAME

Este es un titular de la BBC: "A Venezuelan diplomat has been charged with the murder of the acting ambassador in Kenya, Olga Fonseca." (Un diplomático venezolano ha sido acusado del asesinato de la embajador interina en Kenia, Olga Fonseca).

Y este es un titular de un periódico de Nairobi: "Death of a diplomat: Kenya, Venezuela and fatal murder-sex intrigue." (Muerte de un diplomático: Kenia, Venezuela, y una letal intriga que combina asesinato y sexo).

Cuando las noticias no pueden ser controladas por Telesur, o por Venezolana de Televisión, las cosas se ponen difíciles para el Gobierno. Y cuando además se comete un asesinato, causado presuntamente por la decisión de Fonseca de denunciar el tráfico de drogas en el seno de la embajada venezolana en Nairobi, ni mil cadenas nacionales por radio y televisión pueden sofocar el escándalo.

EL PROBLEMA CON LAS EMBAJADAS

La desdicha de tener representaciones diplomáticas en otras partes del mundo es que se convierten en una especie de vitrina del país que representan. Cuando los gobiernos norteamericanos intentaban ser amables con sus vecinos, trataban de promover especialmente sus actividades culturales. En esa época, las bibliotecas de sus embajadas eran un sitio muy amable y muy acogedor.

Ahora que muchas de esas sedes diplomáticas se han convertido en bunkers, por temor a algún atentado, esas niceties han desaparecido. Y las personas que pasan por las embajadas de Estados Unidos en muchas partes del mundo tienen ahora una impresión desagradable del imperio, aunque poco tenga que ver esa visión con lo que ocurre cotidianamente en la nación.

Y Venezuela puede correr el mismo peligro. Que la imagen que propalan los medios de comunicación sobre lo ocurrido en Kenia, proponga la idea de que hasta la llegada de la embajadora Fonseca a Nairobi, la embajada venezolana estaba controlada por uno de esos pranes que suelen liderar las cárceles venezolanas.

El periódico keniano The Star, que tiene buen contacto con fuentes policiales, dijo que al parecer Fonseca, una diplomática de carrera conocida por su honestidad, había llegado a Nairobi para limpiar los establos de Augias, y pensaba acabar con el presunto tráfico de drogas que se llevaba a cabo en la embajada.

El diario dijo que diplomáticos venezolanos controlaban una red de narcotraficantes, y que para transportar la droga usaban la valija diplomática, que, como se sabe, está exenta de la inspección en las aduanas. Según The Star, una vez la droga llegaba a Nairobi, los narcotraficantes que trabajaban en la embajada la distribuían a vendedores locales.

Cuando Fonseca anunció su decisión de poner fin a esas actividades irregulares, habría intervenido Dwight Sagaray, primer secretario de la embajada, y participado en su estrangulamiento. Hay otro sospechoso que busca la policía: Mohamed Ahmed Mohamed Hassan, quien desapareció tras el asesinato.

La policía de Kenia dijo que Hassan, un ciudadano keniano de origen somalí, era un amigo íntimo de Sagaray. También los guardias de seguridad kenianos Eliud Kimutai y Bernard Owino fueron acusados la semana pasada de "no usar algún método razonable para impedir el asesinato". Lo cual sugeriría que estaban presentes en el momento en que Fonseca fue estrangulada.

LA BRIGADA DE ELEFANTES
De inmediato, el ministro de Interior y Justicia de Venezuela, Tareck El Aissami, desmintió las aseveraciones del periódico The Star, señalando que no había indicio alguno de que Fonseca hubiera sido estrangulada a raíz de su presunto intento de acabar con el narcotráfico en la embajada.

Ya el gobierno bolivariano ha enviado una comisión a Kenia para hacer un seguimiento de la investigación en Nairobi. (Es la segunda comisión. La primera fue enviada al día siguiente del asesinato de Fonseca).

Curiosamente, como ocurre cuando las papas queman, los ministerios venezolanos encargados de dilucidar algún asunto de su competencia prefieren usar la política del avestruz, y dejar que el líder máximo se encargue de tomar la voz cantante.

Un portavoz de la cancillería venezolana declaró a la AFP que: "Sólo el presidente (Hugo Chávez) puede pronunciarse, no tengo información". Eso fue compartido por la representación oficialista en la Asamblea Nacional, que negó la propuesta de debatir en plenaria la muerte de Fonseca.

¿PELIGRA LA REELECCIÓN?
El blog InSight Crime Analysis aprovechó el cambio de ángulo en el asesinato de Fonseca, para señalar que Venezuela "se ha ganado una reputación como un paraíso para los traficantes de drogas en años recientes", y que "oficiales de alto rango en el ejército de Venezuela participan directamente en el narcotráfico".

Si las acusaciones del periódico keniano Star se corroboran, dijo InSight Crime Analysis, "podría dañar gravemente la campaña presidencial de Chávez" y beneficiaría al candidato opositor Henrique Capriles Radonski, y a sus "intentos de catalogarlo de corrupto".

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