Por JUAN O. TAMAYO/jtamayo@elnuevoherald.com
La madre de Orlando Zapata Tamayo acusó el jueves a agentes de seguridad cubanos de golpear y detener a varios activistas que planeaban reunirse en su casa, a fin de organizar una marcha conmemorativa el viernes por los cinco meses de la muerte de su hijo tras una huelga de hambre.
Reina Luisa Tamayo dijo que los agentes de la Seguridad del Estado cercaron su casa en la ciudad oriental de Banes el miércoles por la noche y arrestaron y golpearon a dos disidentes locales que planeaban unirse a la marcha desde su casa a la tumba de su hijo en el cementerio local.
Otros cinco disidentes fueron golpeados y rociados con gases lacrimógenos el jueves cuando trataron de pasar un punto de control de la policía en la carretera entre la casa y el cementerio, agregó Tamayo.
Al menos uno de ellos logró llegar a la casa, donde ya había 13 activistas.
Zapata Tamayo murió el 23 de febrero tras una huelga de hambre de 83 días en reclamo de mejores condiciones carcelarias para los presos políticos. Su muerte provocó una poderosa ola internacional de condena contra el régimen cubano.
Tamayo comentó el jueves a El Nuevo Herald que los agentes rodean su casa "todos los domingos'' cuando ella y otros activistas tratan de marchar, usualmente vestidos de blanco, hasta la tumba de Zapata para dejar flores y rezar.
"Pero el viernes vamos a romper el cordón porque ya no aguantamos más'', dijo, su voz subiendo de tono hasta un grito. "¡No vamos a aflojar! ¡Libertad para el pueblo cubano! ¡Vivan los derechos humanos!''
El incidente en Banes fue parte de una oleada de breves detenciones de disidentes en casi toda la isla durante la última semana, generalmente con violencia, según el Directorio Democrático Cubano en Miami.
Un comunicado del Directorio citó el jueves a uno de los detenidos, Dagoberto Vergel Souto, quien indicó que la represión está aumentando contra los opositores.
"La Seguridad del Estado, de hecho, cuando decidió soltarnos nos dijo: ‘Esto es sólo el comienzo de lo que viene para arriba de ustedes' '', destacó.
La muerte de Zapata Tamayo fue uno de los factores de importancia en la decisión del gobierno de Raúl Castro de comprometerse a liberar a 52 prisioneros políticos, al cabo de conversaciones con la Iglesia Católica cubana y el gobierno español.
Reina Luisa Tamayo dijo que los agentes de la Seguridad del Estado cercaron su casa en la ciudad oriental de Banes el miércoles por la noche y arrestaron y golpearon a dos disidentes locales que planeaban unirse a la marcha desde su casa a la tumba de su hijo en el cementerio local.
Otros cinco disidentes fueron golpeados y rociados con gases lacrimógenos el jueves cuando trataron de pasar un punto de control de la policía en la carretera entre la casa y el cementerio, agregó Tamayo.
Al menos uno de ellos logró llegar a la casa, donde ya había 13 activistas.
Zapata Tamayo murió el 23 de febrero tras una huelga de hambre de 83 días en reclamo de mejores condiciones carcelarias para los presos políticos. Su muerte provocó una poderosa ola internacional de condena contra el régimen cubano.
Tamayo comentó el jueves a El Nuevo Herald que los agentes rodean su casa "todos los domingos'' cuando ella y otros activistas tratan de marchar, usualmente vestidos de blanco, hasta la tumba de Zapata para dejar flores y rezar.
"Pero el viernes vamos a romper el cordón porque ya no aguantamos más'', dijo, su voz subiendo de tono hasta un grito. "¡No vamos a aflojar! ¡Libertad para el pueblo cubano! ¡Vivan los derechos humanos!''
El incidente en Banes fue parte de una oleada de breves detenciones de disidentes en casi toda la isla durante la última semana, generalmente con violencia, según el Directorio Democrático Cubano en Miami.
Un comunicado del Directorio citó el jueves a uno de los detenidos, Dagoberto Vergel Souto, quien indicó que la represión está aumentando contra los opositores.
"La Seguridad del Estado, de hecho, cuando decidió soltarnos nos dijo: ‘Esto es sólo el comienzo de lo que viene para arriba de ustedes' '', destacó.
La muerte de Zapata Tamayo fue uno de los factores de importancia en la decisión del gobierno de Raúl Castro de comprometerse a liberar a 52 prisioneros políticos, al cabo de conversaciones con la Iglesia Católica cubana y el gobierno español.
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